Como anciano vencido no por los años pero sí por la nostalgia de sus días de gloria, camina sobre la plaza, cansino y manipulado, manoseado por la clase política, comprado por empresarios y narcotraficantes, el género de opinión en México.
Periodistas de la talla de José Reveles, ese hombre flaquito, calvo y con una memoria extraordinaria, crítico públicamente de los errores editoriales de periódicos afines a su trabajo investigativo como La Jornada, como también severo investigador de las redes comerciales internacionales del capo extraditado a Estados Unidos Joaquín Guzmán Loera, alias “El Chapo”, decíamos, Pepe Reveles ha comentado más de una vez cómo simplemente no lee las columnas contemporáneas de la prensa.
El argumento del autor de “El Chapo, entrega y traición” es válido pero no tanto: al menos la mayoría de las columnas del periodismo y sobre todo del mexicano, están compradas por el poder político y económico. Es cierto sí y no.
Existen voces críticas contemporáneas a quien yo mismo denosté equivocadamente hace algunos años, como aquella de Luis Hernández Navarro, hombre de presencia fuerte, sencillo pero que impone autoridad hasta en su saludo, son personajes que acaso compensan su leve ausencia de desbordantes y pomposas habilidades literarias con un estar muy pendiente, directamente, comprometido con la justicia hasta la médula, de los problemas sociales de ayer y hoy. Es nuestro Slavoj Žižek pero sin la vanidad mediática del esloveno. Navarro se sumerge teórica y personalmente en temas de guerrillas latinoamericanas; luchas dignísimas como la de los padres de los 43 normalistas desaparecidos en Iguala, Guerrero; conoce igual de zapatismos como de socialismos pasados y por venir.
El argumento, decíamos, de José Reveles, viene de la escuela periodística de mi admiradísimo Julio Scherer García, reportero nato y después de Carmen Aristegui y Manuel Buendía, uno de los más espiados por el poder político nacional.
Según el magnífico entrevistador de Scherer García y la pluma finísima de Vicente Leñero (descansen en paz, enormes maestros), formados en el diarismo de aquel Excélsior que era en verdad el periódico más importante y crítico de México, el reportero es el verdadero periodista pues es quien mediante documentos e investigación presencial descubre la realidad llena de nueva luz para sus lectores.
A pesar de mi enorme respeto y admiración para José Reveles, su argumento no me parece válido y coloca al género de opinión en el rincón del olvido ¿Acaso el espacio de rebelion.org no está formado por magníficos articulistas de todo el mundo? Nosotros mismos, con una intención clara de creación de periodismo cultural en Revista Literaria Monolito, jóvenes y no tanto con el amor por la palabra como principal fusil, estamos en la trinchera hacia otra realidad, en una búsqueda informativa sincera. Comprado o no, ¿no vale el maravilloso lirismo de Jesús Silva Herzog-Márquez desde Reforma? ¿El magnífico escritor y conversador literario de Juan Villoro, también lo dejamos atrás? ¿O la escuela del michoacano Manuel Buendía Tellezgirón, primer víctima en el periodismo mexicano de la narcopolítica, deberá quedar relegada al olvido, no leerse, solo porque es opinión?
Es cierto, periodistas como Carlos Loret de Mola o Ricardo Alemán, sólo por mencionar a los más destacados, le han hecho muchísimo daño al gremio informativo pero sobre todo a quienes peleamos todos los días contra la mentira, nuestros propios errores informativos (es válida la autocrítica) y un periodismo más puro pero no por eso deberíamos olvidar que todavía, por ahí, en algún rincón de Michoacán, Colima, Sinaloa, Tamaulipas o la Ciudad de México está naciendo hoy mismo el próximo Manuel Buendía o que acaso el alma siempre lúcida de Miguel Ángel Granados Chapa pulule y se inserte de pronto en alguno de nosotros para hacer algo que muchos buscamos: periodismo riguroso, crítico e irónico.