Imagen tomada de http://www.sopitas.com
El cierre de filas, el aplausómetro y las miles de toneladas de aceite están listas para que el engranaje priista funcione correctamente, a la perfección, aunque hay algo que no acaba de embonar en las recientes nuevas: su muy probable candidato no pertenece, no es, no siente al partidazo y eso, señoras y señores, es el gran problema con el ex funcionario transexenal favorito del momento.
Sí. Ya sé que gracias a los medios oficiales de peña todos vimos cómo los diversos sectores revolucionarioinstitucionalistasacogieron presurosos, sonrientes y dispuestos a José AntonioMeade Kuribreña; escuchamos las porras, los elogios, las bondades del personaje en cuestión en voz y boca de quienes dirigen a obreros, campesinos, mujeres y jóvenes; “las bases” y sus respectivos dirigentes lo apapacharon a niveles de empalago, por supuesto, y todos, aparentemente, son felices, muy felices.
¿Los verdaderos tricolores de hueso colorado? La gran mayoría se valió de las redes sociales para felicitar a quien resultó ser mejor que cualquier otro de su propia clase gracias a una extraña y terrible decisión que, además, dio al traste con las afirmaciones siempre pasadas (y hasta hace días siempre presentes), en el sentido de que ahí, en las filas del partidazo, es donde hay (había) hombres y mujeres de impecable valía, trayectoria, experiencia y compromiso por México, aunque al final resultó que ningún(a) militante tenía en realidad la capacidad suficiente para representar al partido en el previsible encontronazo de 2018 y por eso recurrieron a un externo.
Por supuesto, el capricho no ha sido del todo bienvenido.
Los deadeveras, maestros de la simulación como pocos y expertos en el arte de la mentira como muchos, los que sí son priistas, los que sí saben de política y tienen un poco de amor por lo que queda de la camiseta, no se sentarán a esperar ni se cruzarán de brazos como ya empezaron a hacer otros (ex) suspirantes.
Ahí tiene usted por ejemplo al secretario de Gobernación. Pocos días antes de todo el tema, circuló en columnas y trascendidos una especie de crónica sobre peña, Chong y el vecino del norte,en la que supuestamente este último habría condicionado la continuidad del TLCAN a la unción del hidalguense como abanderado tricolor por la silla más deseada de este nuestro asaltado México, además de algunas historias concatenadas alrededor de Ángel Osorio y todas sus fichas en el tablero político nacional. A la larga, el secretario más poderoso del gabinete cayó. De nada sirvieron la chamba de meses y años: sueños y estrategias se fueron literalmente por la cañería que él y su equipo construyeron para otros como resultado y consecuencia de la falta de oficio político y una insana, desmedida, abrupta y escandalosa ansia de poder.
Ni modo. Tuvo que apoquinar y demostrar públicamente ser fiel y alineado. Tuvo que aceptar el encuentro público especialmente armado para la foto con el hoy ex secretario de Hacienda y Crédito Público. Tuvo que sonreír y abrazar y estrechar la mano de quien ocupa hoy el lugar que le habría correspondido si sus acciones hubiesen sido adecuadas y bien vistas por su jefe, a quien nunca supo consentir. Tuvo, así de seco, parco y fuerte.
Los “enemigos” del priismo, encabezados por el ex priista López Obrador (quién más) están que hacen fiesta y el tabasqueño ya se vio ahí, con el multidisfraz de comandante supremo y verdugo autonombrado de medios y seguidores a fines de eso que llama la “mafia del poder”. Qué pinche asco también.
Lo cierto es que Peña y Osorio, además por supuesto delsuperpoderoso secretario de nombre Luis y apellido Videgaray, son hoy los artífices. Ellos y sus fieles seguidores y escuderos llevaron la alfombra roja a la fiesta política y son los responsables de abrir las puertas socialdemócratas y populares de los vehículos opositores. A ellos deben agradecer el partidazo y sus huestes la pérdida de la poca, poquísima credibilidad, que aún quedaba en ese lastimado “instituto político”.
Los hidalguenses (hasta la semana pasada de fiesta) ya empezaron a acomodar sus triques. Algunos ven feo y otros se involucraron en lo que llaman “fuego amigo” y casi todos tratan sin éxito de ocultar el pesar, la decepción y el coraje.
Se sientan en mesas de café a ver pasar la vida y caen en la cuenta de que nunca como ahora hay razón en el sabio refranero popular: están como el chinito, no más milando…