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México está viviendo un momento muy difícil, no sólo en lo económico sino en lo político. Carstens ya nos dijo que nos apretáramos los cinturones porque la situación económica en México viene difícil. Pero ahora Beltrones nos ha dado algo más que temer.
La ingobernabilidad en México está siendo un problema cada vez mayor; el propio PRI ha perdido gran parte de su poder, y eso no ha sido por nada. Pero ningún partido puede presumir de tener una mayoría para poder gobernar al país.
Esta situación, que se ha estimado que pasará la política en el país para el 2018, se debe a que como mexicanos hemos dejado de creer en nuestra clase política. Hemos dejado de creer en las distintas corrientes, caemos en la expresión de: “Todos los partidos son lo mismo”, y lo son.
Ya hemos tenido suficiente con los gobiernos practicantes del centralismo; ya estamos cansado del PRI; las promesas se quedan en las campañas; no han sabido llevar al país a una estabilidad económica y los problemas sociales siguen creciendo. No han sabido gobernar.
La derecha, encarnada en el PAN, tampoco supo gobernar. Un Fox que nadie sabía lo que decía. Lo que se aplaude es la libertad de expresión que se logró gracia al gobierno de este panista, pero de ahí en fuera poco puede presumir. Felipe Calderón no mejoró las cosas.
Nos metió a una guerra contra el crimen organizado, guerra de la que no vemos salida, guerra a la que no estábamos preparados. Su gobierno fue golpeado por esa excesiva corrupción que le costó la vida a un Secretario de Gobernación; aunque demostró que hay vida después de la muerte, por lo menos por los narcotraficantes abatidos que resultaron estar más vivos que nada.
Pero la izquierda mexicana no se queda atrás. Bueno, es una izquierda que parece más derecha pero que ellos presumen ser de izquierda. Toman la bandera de ser una verdadera oposición los gobiernos priistas y panistas, pero no son oposición a la corrupción y al nepotismo. Podemos citar varios gobiernos, no federales, que nos muestran que la izquierda tampoco sabe gobernar y menos luchar contra los males políticos.
Michoacán es un Estado que no ha logrado ver ni pies ni cabeza. El crimen organizado está enraizado en la política, ¿nos olvidamos del “hermanito” incómodo de Godoy? Pero también nos podemos pasar a Guerrero, ¿nos olvidamos también de los Abarca? O tal vez podemos ver a la Ciudad de México, Mancera presume y presume de cosas inexistentes, ¿en serio se cree que en la Ciudad de México no hay crimen organizado? Eso sí es un buen chiste. Dice que hay reducción de inseguridad, yo sigo sin subirme a un microbús sin miedo a ser asaltado, y como yo existen muchos.
Y no nos creamos el cuento de un Andrés Manuel, este “mesías costeño” como lo definió E. Krauze, de que él es diferente. Si es diferente, ¿cuál fue el costo del famoso segundo piso? Evitará la respuesta. Su enfermedad por el poder no le permite ver otra cosa sino su imagen en la silla presidencial; AMLO lo único que ve es, con una expresión krauziana, una presidencia imperial.
Y nosotros, el pueblo, no tenemos por qué estar en medio de todos estos personajes y partidos que en realidad no han logrado atraer beneficio a la sociedad, lo que vemos y tenemos son migajas de los beneficios que han obtenido la clase política de este país.
Hemos dejado de ser prioridad, si es que alguna vez lo fuimos, y somos simplemente objetos; es el pueblo el que termina dando legitimidad a cualquier gobierno. No debemos de olvidar esto.
Tenemos que dejar de lado a todo partido político, a todo aquel dinosaurio político que busca su bienestar más que el de la sociedad. Y me parece que el mejor momento para que el pueblo pueda retomar las riendas del poder es en esta encrucijada política que se avecina en el 2018; sin duda será una enorme coyuntura en la que debemos de sacar provecho.
No debemos de irnos con una derecha, una izquierda, o un centralismo “reformado” o “renovado”. No pongamos al frente de nosotros ideologías que justifiquen el saqueo hacia el país. Retomemos el poder apoyando a candidatos que sean verdaderamente del pueblo, a candidatos que realmente sepan gobernar, que busque los beneficios para el pueblo más que para una reducida clase. Que sea nuevamente el pueblo quien gobierne.
Manifestemos nuestro descontento, no le demos el poder ni al centro ni a la derecha ni a la izquierda, todo para el pueblo.