En uno de mis rutinarios viajes por el “Metro” de la Ciudad de México puse atención a un enorme absurdo, ante mí había un doble y enorme muro cuya leyenda versa: “Exclusivo para mujeres”. Esta frase me causó una tremenda risa, ¿por qué? El año pasado, el gobierno capitalino se dedicó a bombardearnos con un mensaje más o menos así: “La Ciudad de México es una ciudad de Igualdad” o “En la Ciudad de México trabajamos por la igualdad de género”.
He ahí lo risible de la leyenda “Exclusivo para mujeres”, una enorme muralla de género en una ciudad que “busca igualdad de género”. Pero este letrero de exclusividad no sólo está en el “Metro”, a los grandiosos burócratas se les ocurrió la maravillosa idea de crear otros servicios exclusivos: Servicio Atenea (RTP), taxis exclusivos; por si fuera poco también se les ha “brindado” instituciones y apoyos económicos exclusivos para mujeres, y que ningún hombre pretenda intentar acceder a estos servicios porque se le niega rotundamente. ¡Vaya igualdad!
La excusa del gobierno para realizar estas “maravillosas” obras es que todo esto es para cuidar de las mujeres; es decir, el establecer áreas exclusivas para mujeres ayudaría a combatir con el acoso sexual dentro de los transportes públicos.
Las instituciones y apoyos exclusivos son con la finalidad de “proteger” a la mujer en un mundo tan desigual. Pero eso no es una solución, es maquillar el problema y crear otro: segregas al otro género sin resolver el problema de seguridad para las mujeres.
Lo que más me da risa de este asunto es el muro legal, no sólo el sexual, el que versa: “Pasar a esta área es causante de una sanción”. Por lo que resulta más cómico esta situación. ¿Por qué? Recordemos que en septiembre del año pasado, Mancera dijo que Trump no era bienvenido a la Ciudad de México por las ofensas hacia los mexicanos. Pero, espera, ¿no es insultante que su gobierno “promueva” la igualdad de género a la vez que segrega con las áreas exclusivas? ¿No es algo hipócrita de su parte?
Mujeres, no me mal interpreten, no estoy diciendo que estoy en contra suya, y aún menos estoy negando los distintos acosos que sufren, lo entiendo, tuve una madre, tengo una hermana. Entiendo la lucha diaria por la que ustedes tienen que pasar. Lo que me molesta es que sean utilizadas, o al menos sus problemas, como una herramienta política donde los únicos beneficiados sean las personas que ocupan un cargo público.
El restringir al hombre de ciertas áreas del transporte, no acaba con el problema del acoso, sigue presente; limitar el problema no lo acaba, éste sigue presente porque no hay una verdadera educación que sirva para erradicar el acoso no sólo en el transporte público sino en la cotidianidad. El trabajo de las instituciones cuya función es el “proteger” a la mujer queda en la propia institución, no han logrado trascender más allá de sus cuatro paredes.
Los apoyos económicos por los conceptos de “madre soltera” o “viudez”, tampoco resuelven el problema de la desigualdad laboral; pero la desigualdad laboral no se debe por ser madre soltera o por su viudez, sino por el hecho de ser mujer. Lamentablemente, a pesar de que los derechos de la mujer están tipificados, no se cuida que las leyes se cumplan.
Sin embargo aplaudo a todas las mujeres que luchan por una verdadera igualdad, que no ceden sus luchas a los caprichos partidistas que no buscan resolver esta problemática de igualdad, sino que se valen de este problema para obtener votos; también se han tomado estas luchas porque es políticamente correcto.
A pesar de ello, las mujeres no se rinden, no cesan, avanzan pero sin aplastar al hombre, porque han comprendido que la lucha por la igualdad no requiere de sobajar al otro sino trabajar en conjunto para derribar los muros que sopesan sobre las mujeres. Porque en la lucha de la igualdad no se segrega, se trabaja en unidad.
Estas mujeres siguen en pie de guerra.