Máquina expendedora
El tercer tuno siempre es el más pesado. Te lo dices una y otra vez caminando rumbo a la máquina que expende golosinas. Tal vez unas galletas mermen un poco el hambre y te espanten el sueño. Llegas frente a la máquina, y en cada compartimiento, por extraño que parezca, hoy no hay golosinas, sólo partes humanas. ¡Qué diablos pasa! ¿A quién se le ocurre semejante monstruosidad? No entiendes nada. Ves piernas, manos, ojos…te alejas con pánico. En la esquina inferior derecha ves un par de hermosos pechos. Sientes la única moneda en el bolsillo de tu pantalón, sonríes y la sacas pensando que es una oportunidad que no se debe desperdiciar.
La bolsa
Pálida como la luz de luna, la recuestan sobre el húmedo pasto. Sus labios han sido cosidos a amenazas y a golpes. Ella mira solo las puntas de los zapatos de los hombres, su voz y sus risas soeces la hacen estremecer. Cierra los ojos mientras la noche es cómplice. Un rayo de vergüenza y suplicio la parte en dos. La bolsa negra que la oculta sabe de su evaporado dolor.
Elegido
Todos al leerlo y escucharlo sentían una bala que les atravesaba el cráneo, les explotaba los pulmones y les rompía cada uno de sus huesos. Las musas, como pétalos en otoño, ante su presencia se deshojaban. Sólo el ángel Azrael descendió para acompañarle por los sinuosos caminos de la soledad. El escritor lo reconoció, a partir de dicho encuentro no hizo otra cosa que trabajar durante cuarenta días y cuarenta noches en su gran obra maestra. Una vez concluida y corregida, fue al más alto puente de la ciudad para arrojarse y acabar con su desdichada existencia. Mientras en caída libre veía al mundo y sabia que el aliento de vida se extinguiría ante el lecho del río, aparecieron cientos, miles de ángeles recitando los más bellos cuentos del universo. El hombre recordó ser un elegido y se le erizó de nuevo la piel. Se deshizo en miles de plumas blancas volando por los cuatro puntos cardinales, sabiendo que tenía la inspiración de una gran vida y su débil paso por ella.
Tatuaje
Un coro de dragones me despertaron ese día. Lenguas de fuego rodearon mi cama. En la demora de los siglos desperté. Era nómada de mitos. Poseía sueños lavados en palabras fugaces transmitidas entre generaciones de soñadores. Yo dragón dorado, sólo fui visible a las purezas infantiles. Posé mis vuelos en somnolencias de doncellas. Sólo en días de equinoccios y coincidencias estelares, ojos puros me podían ver volar al atardecer. Me mantuve década tras década navegando en antiguas murallas de ciudades milenarias, pero hoy unas manos de mujer entre coros de dragones me despertó. Soy un dragón más atrapado en la habitación de su cuerpo. Ella ya me había soñado volar en una vida anterior.
Vela
El cuerpo llegó y lo colocamos al centro de la habitación. Se pusieron velas blancas alrededor, las mujeres empezaron a rezar el padre nuestro. Un ligero viento danzó con las llamaradas de cada vela y cada uno de nosotros clavó la mirada en los movimientos incesantes. Una pequeña batalla sucedía entre el viento y el fuego. Luces intermitentes alumbraban el camino del muerto que acompañábamos esa noche. Las veladoras empezaron a llorar como nosotros no lo hicimos. Sabíamos que lo habían asesinado por venganza. Lo tenía bien merecido, por eso no lloramos. Las velas lo anunciaron en su llanto.
Semblanza:
Fabiola Morales Gasca es titulada del Instituto tecnológico de Puebla en la Licenciatura de Informática y egresada de la Maestría de computación en la Facultad de Ciencias de la Computación de la BUAP. Es egresada de los talleres literarios en la Casa del Escritor y la Escuela de Escritores. Terminó el Diplomado en Creación Literaria en la SOGEM-IMACP de Puebla. Estudiante de la Maestría en Literatura Aplicada. Ha publicado en suplementos literarios de la ciudad y en algunos blogs a nivel nacional como El Búho, Amaranto Arizona, el Sol de México, Revista Monolito, Revista Bitácora de vuelos. Observatorio Cultural Universitario BUAP, Suplemento de Cultura e-consulta y Revista 217. Autora de libros y Seleccionada en varias antología en México, España y Paraguay. Fabiola es lectora voraz y escritora incansable.