Almuerzo
Me da miedo el puré de papa. Tan blanco, tan acicalado, tan personal como nalga de bebé bien empolvada. Me provoca estupor de infancia y me da temor que en cualquier momento se le ocurra una sublevación o revolución indoamericana y se desbarranque del plato y sea un zafarrancho el mantel y toda la mesa.
Prefiero un vaso con agua y que todo el resto sea imaginación culinaria.
Improntus culinario
Cuando tenga lista la preparación base, deje reposar unos instantes.
Colóquele una pizca de aderezos y mezcle con suavidad pero con decisión y deje, luego, reposar.
Agregue líquido en pequeñas proporciones y en sistema de chorreado circular ayudándose con batido lento para alcanzar homogeneidad. Deje reposar brevemente.
Verifique que la consistencia sea pareja y el color uniforme.
El aroma que va a sentir es propio de lo actuado.
Presione suavemente con las yemas de sus dedos para comprobar que la densidad es la apropiada.
Tome todo con sus manos y agítelas y haga, finalmente, lo que quiera.
Trágica sobremesa
Ocurrió al final del almuerzo. Y fue por esa bruta ansiedad que nos caracteriza. Cuando partimos las granadas, se nos escurrió la sangre entre las manos.