No puedo afirmarlo con certeza y tampoco tengo elementos para negar tal posibilidad, pero de que algo está sucediendo, está sucediendo. De hecho, si se me perdona la aseveración, me atrevería a decir que en estos momentos el barco se está incendiando.
La “liberación” de los precios de los combustibles fue la gota que derramó el vaso, pero no es esa la verdadera razón que da forma a la movilidad social existente en todos los rincones de este país. Lo que ahora sucede es la consecuencia lógica al actuar de un sistema gastado, paternalista, ocioso, soberbio, nefasto y por demás desigual.
Los calificativos, la descripción detallada sobre la incapacidad que la clase política mexicana ha demostrado para cumplir con su chamba (salvo algunas contadas y honrosas excepciones), son apenas un atisbo a la inconformidad y el sentir real de la población: hartazgo.
Porque pese a lo que digan las hoy cuestionadas autoridades, sí hay ciudadanos de primera, de segunda, de tercera y hasta de cuarta en este México de delincuencia organizada, corrupción y hambre.
¿O qué?
¿Alguno de nosotros tiene las mismas posibilidades de ser secretario de Estado sin tener idea de las actividades a desarrollar y ser nombrado con bombo y platillo luego de haber sido responsable de meter hasta a la recámara al sujeto que se pasó meses pateando la puerta de la casa y darle trato de rey?
¿Recibe una cantidad mensual extra y ajena a su salario habitual para cubrir sus gastos personales como uso de celular, vehículos, traslados y comidas a costa del trabajo, esfuerzo y compromiso de otros menos afortunados?
¿Alguno se puede dar el lujo de comprar y poseer propiedades en México y el extranjero valuadas en millones de dólares sin detallarlas o informar de dónde salió el dinerito necesario para adquirirlas?
¿Recibe un sueldo estratosférico por el simple hecho de sonreír y poner cara de estúpido ante los señalamientos de toda una sociedad que le condena y le detesta a pesar de su carita hermosa, sus cabellos lavaditos y sus trajecitos de marca?
¿Se dice usted mexicano comprometido con el país y la gente pero tiene a su familia viviendo en el extranjero por temor y desconfianza ante la incapacidad gubernamental para garantizar su seguridad?
¿Cuenta con suficientes guaruras, guardaespaldas o miembros del estado mayor presidencial a su servicio y el de su familia como para garantizar que la prole no se acercará?
¿Se puede dar el lujo de generar todo un caos en su trabajo y aun así tomarse unas merecidas vacaciones jugando golf en cualquier destino del país olvidando por completo sus responsabilidades y compromisos?
¿Su salario mensual está formado por al menos seis números y siempre le alcanza para adquirir lo que sea que se le ocurra que podría necesitar?
¿Usted también es huérfano?
El presidente enrique peña es la persona menos grata para el país. La población está disgustada con su actuar y la terrible y ofensiva condescendencia con que intenta explicar y justificar sus decisiones. Lo peor es que el problema y sus posibles soluciones para contrarrestar la medida no serán jamás suficientes para contener la rabia, el coraje y, nuevamente, el hartazgo de una población ávida de gobiernos con respuestas y no de políticos incapaces.
De verdad.
Por ejemplo, el inquilino de Los Pinos recién encabezó la “firma” de algo que sus esbirros llamaron “Acuerdos para el Fortalecimiento Económico y la Protección de la Economía Familiar” pero a la hora de la hora, la representación de la Confederación Patronal de la República Mexicana (Coparmex) se rehusó a signarlo por considerar que el dichoso documento carecía de consenso y acuerdos concretos y solo era una especie de estrategia de comunicación para mejorar la imagen pública; una salida de botepronto pues.
Pero la peor parte no es para el “grandioso” titular del Ejecutivo federal, sino para el partido que lo acoge y la entidad que le formó, donde habrán de desarrollarse elecciones para hallar al sustituto ideal para suplir al siempre sonriente Eruviel Ávila.
Quien quiera que sea el abanderado del partidazo en esa contienda, sin importar el linaje, apellido o inversión política realizada con antelación, está perdido gracias a la “coadyuvancia” de don enrique y todo el séquito de sátrapas que como buitres esperan que la víctima se empiece a agusanar para hacer lo que mejor saben. Por eso su aspecto es asqueroso y sus métodos y formas no son menos repugnantes.
Me atrevo a asegurar que Alfredo del Mazo no será el candidato del PRI para el Estado de México; que el secretario de Gobernación perdió toda posibilidad de ser abanderado a la Presidencia con el retorno de Luis Videgaray, y que peña nieto no podrá caminar nunca tranquilamente y sin seguridad por las calles de este México dolido y saqueado.
Gracias señor presidente, sus decisiones despertaron a los mexicanos y han empezado a unir al país… en su contra.