Imagen tomada de: http://www.arteamigo.com/2017/manu_cabanas/5.jpg
El pasado 1 de octubre de 2017 se llevó acabo el referéndum en Cataluña para decidir su futuro: la independencia de España o seguir unida a ella. ¿Qué fue lo que ocurrió? El gobierno de Mariano Rajoy ordenó reprimir un movimiento democrático y pacífico. Lo que más causó indignación en la opinión mundial fue la frase del propio Rajoy: “Hicimos lo que se tenía que hacer”. La respuesta del mundo fue: “Franco ha revivido en Rajoy”.
Para el día de hoy, ya existen decenas y decenas de publicaciones y opiniones que apoyan al movimiento independentista catalán. Yo no estoy en contra de la autodeterminación de los pueblos. Pero también creo que tenemos que ver el otro punto de vista. Hay que recordar que cada historia tiene dos versiones.
Quiero preguntar algo, ¿es justo comparar a Rajoy con Franco? Personalmente creo que es un tremendo error el hacerlo. Es cierto, el régimen franquista dejó centenares de muertos, muchos de ellos en fosas clandestinas y que aún quedan heridas abiertas, pero también fueron los falangistas los responsables de modernizar a Cataluña, hacerla prosperar económicamente. Franco ideó e impulsó toda una industria moderna en esta región, tomando en consideración que la zona era estratégica para el comercio ultramarino, especialmente Barcelona.
Por otra parte, Rajoy recibió a una España en bancarrota, con miles de “parados” o desempleados, y ha tenido que sacar más recursos de Cataluña para poder salir a flote. Y este punto es lo que pelean los catalanes, el desequilibrio fiscal con el que ellos tienen que cargar. Pero esta es una situación bastante recurrente dentro de una nación centralizada.
Ahora, si nos ponemos a analizar la expresión de Rajoy: “Hicimos lo que se tenía que hacer”, nos mostró que está dispuesto a llegar hasta la última consecuencia el cumplimiento de la ley. La constitución española de 1978, establece que España es indivisible, y lo que busca el referéndum catalán es efectivamente dividirse de España.
La respuesta del gobierno español tenía que ir encaminada a preservar esta unidad. Aquí fue donde podemos decirle a Mariano Rajoy que su movimiento resultó atroz y demostró su debilidad política e incapacidad para reaccionar de otra forma que no sea por la vía de la violencia.
Desde el uso de la policía, que es un instrumento represor a servicio del Estado, en lugar de utilizar más canales de diálogo, no hizo más que impulsar el “nacionalismo” catalán. Si una parte de los catalanes se sentían españoles, al ser agredidos por lo que consideraban patria, los arrojó al repudio de la misma.
Pero también entra otra explicación a tan fría declaración del presidente del gobierno español. Si España cede ante las pretensiones nacionalistas de los catalanes, también tendría que ceder ante el país Vasco que lleva años luchando por su independencia. En el país iberio caería una enorme presión ya que la salida de Cataluña impulsaría a otras regiones europeas que también buscan su independencia. Escocia, por ejemplo, no vería mayor razón de continuar en el Reino Unido; Flandes también buscaría obtener su separación de Bélgica. Italia, que tardíamente fue unificada, se vería sacudida por movimientos independentistas, especialmente en la zona de Padania y al sur del Tirol.
La acción de Rajoy no fue más que ese tapón de un Estado-nación que pasó por un largo proceso histórico para poder madurar y, a través del nacionalismo, crear una identidad unitaria. Esta concepción choca con la autodeterminación de los pueblos, que aplaudimos desde lo lejos, pues nuestra identidad nacional aparentemente esta salvaguardada.
Pero ¿cuál sería nuestra reacción si algún estado de la república mexicana, como Yucatán, que ya se ha separado de México en dos ocasiones, volviera a luchar por su independencia? ¿Hasta qué punto nuestros políticos, y nosotros mismos, no justificaríamos nuestras acciones con “Hicimos lo que se tenía que hacer”?
Por eso es necesario ver ambas partes de la historia.