Le debemos un hígado a Bolaño dice Nicanor Parra sobre este poeta, escritor y, como dicen todos los grandes narradores, ante todo lector que murió a los 50 años esperando un trasplante de hígado. Yo creo que le debemos mucho más que un hígado a Roberto Bolaño.
¿De dónde es Bolaño, quién es?, la respuesta no resulta fácil, ¿chileno, mexicano, español?, él siempre se sintió, ante todo, un poeta Latinoamericano.
Nacido en Chile y conocedor de la realidad de su país, nos ha dejado libros como Estrella Distante o Nocturno de Chile narrando la vida y la persecución política durante los años de la dictadura de Pinochet.
Se trasladó muy joven a la Ciudad de México y fue allí donde decidió que su vida sería escribir, que no se dedicaría a otra cosa que no fuera la escritura, así lo señaló en las tarjetas que repartía hasta los últimos años de su vida: Roberto Bolaño, escritor y vago.
Es pues en la gigante urbe mexicana donde se desarrolla una parte de una de sus obras más conocidas: Los detectives salvajes, ¿quiénes?, esos dos sujetos excéntricos llamados Ulises Lima y Arturo Belano, personajes que se mueven en la literatura que llaman realismo visceral, al mismo tiempo que investigan la misteriosa desaparición de la escritora Cesárea Tinarejo.
El libro, más que una investigación de un misterio, es una aventura literaria donde el arte de escribir es el protagonista más que la historia en sí. Pero Bolaño al igual que Borges o Cortázar deja de ser un poeta con nacionalidad para convertirse en un poeta universal, el mismo decía: mi patria es mi hijo y mi biblioteca.
La grandiosidad de la obra de Bolaño, reconocida una vez muerto el autor en 2003, radica en saber de dónde viene y qué busca con la literatura, señala Paz Soldán: “la literatura en Bolaño es una forma de conocimiento… el escritor entiende el arte como una aventura vitalista”. En efecto, la obra de Bolaño se hace grande no por las historias, que no dejan de ser interesantes, sino por el hecho de narrar, por cómo narrar, por demostrar qué es a partir de las letras que se siente vivo.
Si sirve de algo este artículo para que los lectores se acerquen a Bolaño me doy por satisfecha, ahí está en todas las librerías de nuestra ciudad esperando en la sección de Anagrama a un joven rebelde, visceralista, hiperrealista que abra cualquiera de sus fantásticas obras, de ser posible, comiencen con Los detectives Salvajes, ahí sentirán una Ciudad de México diferente, literaria, por las calles de la colonia Lindavista o exactamente la calle de Teotihuacán en la Condesa. Ahí nos encontraremos entre la literatura y la realidad.