Comenté en mi escrito anterior que estoy convencido que las mujeres llevan la batuta de la literatura en México. No solo por la calidad de la prosa, sino los temas e inquietudes plasmadas en sus escritos se saborean más acordes a la actualidad.
Autoras como Guadalupe Netel o Valeria Luiselli, ya se han consolidado en el extranjero. Y nuestro referente fundacional de la literatura, es femenino: Sor Juana Inés de la Cruz.
Sin embargo, me gustaría resaltar un grupo de autoras que emergen de un género más nuevo y extraño: hijas de Leonora Carrington, descendientes de Amparo Dávila, son las escritoras del New Weird Mexicano, o como me indicó Cecilia Eudave, traducido a Literatura de lo insólito.
Comencemos definiendo el término: El New Weird es un género que nació a finales del siglo XX, acuñado por uno de sus escritores, Jeff VanderMeer, que mezcla historias cargadas de realidad oscura con toques de fantasía o ficción especulativa.
VanderMeer explica: “..un tipo de obra urbana, que deja atrás la imagen romántica de la fantasía, prefiriendo usar realismo o mundos complejos, donde se mezcla la ficción extraña con realidad”. En mi entender, la que mejor encaja a esta definición es la gran autora Leonora Carrington (mexicana por convicción, inglesa por nacimiento), quien el mismo VanderMeer incluye en su antología The Weird (Tor Books, 2012), destacando dos cuentos pilares de su obra y del género: Conejos blancos y La debutante.
Sin embargo, es con la llegada del siglo XXI que aparece una verdadera tendencia hacia esta literatura. Encontramos varias creadoras que siguen el patrón con obras donde la imaginación y realidad conviven, como si dieran por un hecho que, en México, la magia cohabita con nuestros sufrimientos. Sin que estén conectadas entre sí o exista un manifiesto que las englobe, cada una explora a su manera este juego de manera soberbia. Es por ello que afirmo existe un New Weird Mexicano, y este es femenino. Mi gran extrañeza que ningún crítico, ensayista o editor haya notado la constante temática.
Con miedo a que me falten varias, pero que sirva de ejemplo para que puedan alargar dicha lista, reviso algunas: Norma Lazo, escritora, guionista y editora de la revista Complot. Su ojo editorial atrajo la pluma de Alberto Chimal, Naief Yehya, Bef ó José Luis Zárate entre otros, mismos que comulgan con el estilo. Es con su última colección de cuentos Medida Extremas (Cal y Arena, 2015), que explora con maestría esta realidad distorsionada. Y no solo su ficción coquetea con los temas oscuros, sus ensayos los hace de manera esplendida: El horror en el cine y en la literatura acompañado de una crónica sobre un monstruo en el armario (Paidos, 2005).
Karen Chacek ha escrito varios libros infantiles que retozan con esta mezcla de realidad sucia y fantasía. Es en Nina Complot (Almadía, 2009) que captura el caos de la modernidad con las pesadillas infantiles. En sus dos novelas logra madurez con historias cargadas de metáforas que parecen notas de periódicos provenientes de los sueños: La caída de los pájaros (Alfaguara, 2014), una fábula distópica sobre la soledad y Caer es una forma de volar (Alfaguara, 2016), un idilio fantástico sobre la perdida.
Una agradable lectura son los cuentos de Bibiana Camacho, donde toma de todos lados, revolviendo miedos, folklor, sentimientos, pesadillas e ilusiones de la vida citadina en el corazón de la ciudad de México. Sus dos colecciones, La sonámbula (Almadía, 2013) y Tu ropa en mi armario (Jus, 2010) son un merecedor ejemplo de la definición del New Weird que nombra Jeff VanderMeer.
Cecilia Eudave no solo escribe de manera espléndida, sino ella misma ha reflexionado sobre este género en sus investigaciones, quien me regaló la traducción a Literatura de lo Insólito. Sus novelas La Criatura en el espejo y Pesadillas al mediodía (Edit. Progreso), junto a sus colecciones de cuentos, han logrando aceptación por su voz fresca y global en la temática, que refleja un universo donde el más crudo entorno está esposado a ambientes paranormales.
Sin tener mucho espacio para expandirme, pero con la idea de revisarlas con más detenimiento en un futuro, incluyo a la lista los cuentos fantásticos de Raquel Castro y su trabajo de antologadora; Las narraciones de la veracruzana Magali Velasco; El magnifico libro Falsa Liebre (Almadia, 2012) de Fernanda Melchor; Las obras de la sonorense Eve Gil, resaltando la serie de Sho-Shan, donde integra el manga japonés a la literatura; entre muchas otras que seguro ya están, o que vendrán en un futuro.