Cansado de ir, venir, subir y bajar desde aquel piso 18 al 1 y con el mareo del uso excesivo del ascensor, Julio, se sentó en el sillón negro que le daba un toque de elegancia y post modernidad a la fría recepción de un edificio de nombre italiano.
Pronto una mosca, fuera de lugar en aquel pulcro sitio, le revoloteó entre las sienes, el pelo y la mesita de vidrio, volaba como inquieta y cuando ya no soportó más se le posó sobre la nariz y le confesó su triste pena: todas las noches soñaba que era águila y que volaba por los Andes o los Alpes, primero era feliz luego la capturaba una angustia incesante por aquel armatroste pesado que, siendo águila, debía la mosca aquella levantar. De repente ya no quería espacios abiertos, quería posarse sobre los pasteles y las inmundicias, pero tan pronto deseaba ser mosca como nuevamenteáguila.
A contestarle iba el espantado muchacho cuando “Buen provecho”, le dijo una voz que le hizo levantar la vista, era Carmencita, que harta también del nivel 18 iba a almorzar al Macdonald’s más cercano, “¿hoy te quedas?” preguntó; sí, alcanzó a contestar, pero cuando volvió la vista la mosca ya no estaba. Suspiró profundamente pensando en sus propios anhelos, pero hubo otra interrupción aparte de la bulla que hacían los patojos del banco saliendo a comer.
Algo centelló cerca, no había lluvia, no había actividad eléctrica, pero cayó un rayo que planificaba caer nuevamente en el mismo lugar. Cuando Julio asomó la cabeza para ver al cielo a través de la ventana, encontró al rayo aquel deprimido por todo el daño que había causado en la popular Vista Hermosa (que ya no era tan hermosa).
Pensó que era demasiado, que quizá el hambre le hacía vivir aquello y dispuso salir a fumarse un cigarrillo rubios rojo al frontispicio gris azulado de un enorme rascacielos. Ya acomodado en una esquinita, lejos del grupo del Call Center, (que para no perder la rapidez seguían hablando entre ellos en inglés).
Entre hondas aspiraciones nicotínicas vio un grupo de plantas carnívoras, notó que cuando adquirieron conciencia de sus actos y las murmuraciones que provocaban tomaron la decisión de cambiar. Para evitar críticas dejaron de comer carne y se comieron únicamente entre ellas, olvidando el bochornoso pasado. Para entonces, el cigarro se había consumido entre sus labios y su locura. Mientras iba a almorzar pensaba en ancianos -niños y zorros, en apóstatas y jirafas-. El menú del día por favor, gracias. Comió.
Lo último que recuerda es haber visto un perro caminando en dos patas, como imitando a todos por allí, pero no reparó en analizar el suceso, volvió, llegó, vio, trabajó, venció y a las 5:38 suspiró mientras apagaba la computadora. Al llegar a casa comprendió que todo era relativo
Monos y leones, grillos y gallos, urracas y camaleones, decenas de animales parlantes le dieron otro color a un día gris en la, también gris, selva de cemento y vidrios polarizados, automóviles y bocinas, ascensores y luces falsas. Julio no estaba loco, el psiquiatra podría haberlo aseverado, Julio solo leyó fábulas esa jornada intentando ponerle magia a la cotidianidad repetitiva que alberganlas entrañas de los edificios.
Hoy por la noche cada vez más Julios buscarán libros cortos para llevar selvas verdes a sus agujeros negros de rutina, rogando o bien enloquecer o bien salir a volar.
Leer favorecer la concentración y la empatía, previene la degeneración cognitiva y ayuda en la resolución de conflictos, se alimenta la imaginación y se aumenta la capacidad de concentración.
Según un estudio de la Universidad de Oxford, la lectura por placer predice el éxito profesional. Quien fue un ávido lector en su adolescencia tiene más posibilidades de triunfar en su madurez. Durante más de dos décadas, el equipo de investigación del psicólogo Mark Taylor analizó los hábitos y actividades de casi 20.000 jóvenes con ánimo de conocer qué actividades predecían el éxito profesional al cumplir 30. Ninguna práctica extracurricular, como hacer deporte o ir al cine, evaluadas junto a la lectura, lograron tener un impacto significativo en el éxito profesional. Sólo la lectura.
Las mujeres que a los 16 años leían libros por puro placer tenían el 39% de probabilidades de alcanzar un puesto de gerencia frente al 25% de las mujeres no lectoras. Para los hombres, que suelen tener más posibilidades de llegar a altos puestos directivos, la cifra pasaba de un 48% entre quienes no leían a los 16 años, a un 58% entre los que sí lo hacían.
Soy un Julio como el de la narración y seguro tú también, esto no es más que una invitación a llevar al trabajo un libro y leer por placer.
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Libro que originó el texto “La Oveja Negra y demás fábulas” de Augusto Monterroso.