“Contemporáneo es aquel que tiene fija la mirada en su tiempo,
para percibir no las luces, sino la oscuridad.”
– Agamben
Estamos dando vueltas en el mismo retorno, siempre dando círculos, sin norte y sin sur, sin algún rumbo fijo. ¿Somos conscientes que nuestros gritos no tienen sentido y nuestra rutina siempre va cayendo a este mismo abismo? ¿Somos inconscientes de que nuestros likes y nuestros muros solo caerán en el gran mar del olvido?
Queremos justicia y la queremos ya, queremos que se castigue y que se castigue ya. Pero seguimos luchando con una fuerza que no comprendemos: la fuerza de la violencia.
El hombre es un animal que lucha contra sus propias potencias, contra sus instintos, contra su propio influjo. Somos una historia de violencia ejercida siempre contra el débil, contra el olvidado, contra el perdido, contra la fragilidad.
Déjame decirte que la violencia siempre está ahí, esperando liberarse. Tal vez los más jóvenes crean que están seguros; seamos sinceros: nos confiamos y nos volvemos presa fácil a los depredadores. Lo cierto es que nuestra ingenuidad nos está costando la existencia. Nadie es culpable pero sí demasiado inocente.
¿Debemos acostumbrarnos a la violencia? No; pero sigue estando ahí. El hecho de que la ignoremos no hará que desaparezca, por lo cual tendremos que tomar nuestras precauciones.
Una mujer debe poder caminar sin sentirse humillada. Una mujer debería poder tomar con sus amigas sin preocuparse de no regresar a su casa. Una mujer debería poder vestirse como quisiera sin sentir violada por la mirada de los hombres ni la crítica de las otras mujeres. ¿Pero sabes qué? Por el momento no se puede. La violencia es algo que se vive y lo peligroso que es muchas veces te terminas acostumbrando.
La violencia es algo que está en nuestras colonias, en nuestras calles, pensar que el humano es bueno o compasivo por su propia naturaleza, es seguir creyendo que un dios podrá salvarnos. Es ser demasiado optimista con la visión actual. La violencia se ataca con la educación, con el castigo por obrar mal, con no dejar impunes los delitos.
Todos los días recogemos fragmentos de historias miles de mujeres atacadas. Vemos historias que no se cierran, heridas que siguen abiertas. Ya habrá tiempo de llorar, procesar y sanar mas ahora es el tiempo de actuar, de no dejar que esto se pierda. Vayamos juntando nuestras fuerzas y reconstruyamos todos juntos un mundo, un país, una ciudad donde quien quiera caminar de derecha o de izquierda no sea un problema, donde vestir de rojo, azul o verde no sea punto de crítica ni de miradas lascivas. Unamos nuestras lágrimas, nuestras fuerzas por todas las mujeres.