¿Qué hace la sombra en el fuego? Parece preguntarnos su autora, Denise Ocaranza, tras la lectura de su libro de cuentos, Perdidos en el fuego, publicado por la Secretaría de Cultura y Turismo del Gobierno del Estado de México y la Universidad del Estado de México.
Se trata de una obra conformada por diez cuentos simétricamente instrumentado: Uno: Los niños se veían tan serios, y la Dos: Batallas perdidas. La escritora mexicana, presenta universos en los que transita de la maternidad disidente, al duelo, la violencia doméstica, las masculinidades tóxicas, el feminicidio desde ese otra mirada, la del misterio, lo extraño, lo insólito de estar frente o quizá dentro del fuego.
Con palabras de Iván Castañeda Salas, “Ocaranza se vale de una gran construcción de ambientes, mediante una sensualidad que apela a los sentidos del lector para imbuirlo en situaciones conmovedoras, divertidas y a veces escalofriantes”.
Desde la sombra, esa que se produce ante la llama encendida, en el fuego que por antonomasia no podrá incendiarse, aborda temas que producen carraspera, alejándose de la moraleja o el tono moralista, dotando a cada personaje de su propia voz.
Con las primeras páginas encontramos el origen de la autora, la rama primera de su árbol genealógico literario, en el cuento «Alrededor del árbol ancestral», es también un homenaje a la escritora Ámparo Dávila, nada casual si atendemos al sustrato de la historia.
La escritora mexicana Ocaranza nos dice que la venganza es un visitante, que las lagañas de perro hacen posible ver a los muertos, que el destino es un anillo dorado, y que el acecho de la sombra es más que una imagen literaria porque ahí en el miedo de quien sufre el acoso se escucha sin pausa el sístole y el diástole de un corazón fracturado por la violencia de género.
Y es que Ocaranza tiene un giro en cada historia, en cada ambiente trazado, la sonrisa corre fugitiva ladeándose para no sentirla incómoda, como en Perdida en el fuego que el giro literario nos revela que vamos siguiendo más que bien lo que Denise Ocaranza desea, sentarnos con ella a escuchar a los personajes andar entre el fuego y su libro una sombra a partir de ella.
En este libro de cuentos, llueve, la gente bebe o come o tiene una mascota o quiere ser madre o lo es y no quiere, alguien golpea y alguien toma una revancha, hay un juego, un intercambio, la gente camina por una calle o se ensucia, se cansa o quiere ya no empezar el día, pero algo está sucediendo y en ese suceder hay un perro que ladra y se parece a un bebé, y un bebé que no sabe que no ha terminado su historia, padres que se marchan o regresan para poner en riesgo la vida de quien debían cuidar y mujeres que viven en la luz que produce la sombra, en tanto Denise Ocaranza no es sólo una contadora de historias sin que importe la extensión, si no alguien que crea ambientes en que el lector, la lectora anda y huele y siente y se duele; aquí hay que decir que a Ocaranza no la detiene la edad, se deja llevar lo mismo con el niño lector, la niña lectora que ante lo ominoso, no nos queda más que reconocerlo como cercano, infortunadamente conocido.
Voy a seguir con atención el siguiente trabajo de la escritora mexicana Denise Ocaranza, y recomiendo que así lo hagan sus lectores, sus lectoras, nos esperan más historias desde ese lugar que llamaba Sigmund Freud «Das Unheimliche”, lo siniestro, esa sensación de pérdida de familiaridad que aparece precisamente en lo conocido.