Todos tenemos un primer libro. El primer libro, al igual que el primer amor, nunca se olvida. Los tebeos no cuentan. Lo libros juveniles, tampoco. Se entra en la Literatura a través de un libro para adultos. Has sido niño, adolescente, has leído a Pumby, las historias de Enid Blyton, y de repente, un día abres un libro para adultos y lo lees.
También los escritores tenemos un primer libro. Tal vez ya andas escribiendo, y, por supuesto, has leído un montón de novelas, pero un buen día lees un libro que te marca. Es curioso que la novela que me marcó a mí probablemente no haya marcado a ningún otro escritor. El graduado. Aunque ya había leído muchos libros, la primera vez que sentí envidia literaria fue cuando terminé El graduado.
Me hubiera gustado tanto escribir esa historia. Y va Charles Webb y se me adelanta. De alguna manera, mi ópera prima está influenciada por La segunda noche y por El graduado. Tiene mucho ritmo, como El graduado. Y una reunión de amigos, como La segunda noche. Tiene mucho diálogo, como El graduado. Y algo de misterio, como La segunda noche.
Se me clavó la agilidad de El graduado y la atmósfera de La segunda noche. La primera la he leído varias veces y no pierde. La segunda acabo de volver a leerla después de cincuenta años y ha aguantado el tipo. La primera es un novelón y la segunda, una novelita, pero mi yo adolescente las disfrutó por igual.
A lo largo de estos cincuenta años, he pensado muchas veces en La segunda noche. No sé de dónde saqué el libro y tampoco dónde fue a parar. «Espero que no haya una desaparición la segunda noche», dice Marcial en Donde la brisa te habla. «Es evidente que están liados, ocurrió la segunda noche y todos en la casa lo saben», piensa Wanda en La prodigiosa fuga de Cesia.
No hace mucho lo busqué en la Red. Lo encontré en Libros Alcaná. Lo pedí. Un ejemplar de coleccionista. No habrá muchos más. Da gusto tocarlo. Da gusto olerlo. A saber cuánta gente lo habrá leído. Ahora mismo lo estoy mirando y este simple hecho ya me produce placer. De los libros electrónicos, que ni son libros ni electrónicos, hablaré cuando lea uno, o sea, nunca.
En la biografía de Adriano Baracco ni siquiera aparece La segunda noche. Todo el mundo que me lee sabe que mi escritor favorito es Baricco. De todos los que hay, y mira si hay, me quedo con Baricco. Es como mi alma gemela literaria. Mi primer libro fue de Baracco y el último será muy probablemente de Baricco. En la biografía de Baracco no aparece su novela porque sus guiones tuvieron más relevancia, pero a mí esa novelita suya me dio mucho.
Supongo que los escritores soñamos con eso. Con darle mucho a alguien. Hace un par de años me llamó un amigo para decirme que su hija había leído La prodigiosa fuga de Cesia cuatro veces. Tenía quince años y era su primer libro. Le dijo a su padre que quería conocerme. Y vinieron a Calpe. Mala idea. Los escritores nunca estamos a la altura de nuestras obras. Es obvio que esperaba encontrarse con Jairo, el protagonista de la novela, y no con un PL sesentón más bajito que ella.
Bah, nos lo pasamos bien sin Jairo, y creo que se fue contenta. ¿Existe Jairo?, me preguntó antes de marcharse. Me quedé mirándola enigmáticamente antes de contestarle: Sí, pero ha envejecido.