Actualmente, nuestro país presenta muchos rezagos; los cuales, se han hecho más evidentes frente a los vigentes desafíos económicos, políticos y sociales que impone el mundo basado en la globalización capitalista. Situación que resulta obvia, ya que nos hemos visto incapaces –como sociedad– de proponer iniciativas coherentes y viables que permitan la parcial o total resolución de dichos problemas.
Lo anterior, no es una situación accidental. Se trata de la consecuencia directa por la falta de pensamiento y análisis crítico que busque ir más allá de los dogmas establecidos. Un elemento claro y evidente de la predominancia que tiene en el México contemporáneo el analfabetismo funcional.
Es importante entender el analfabetismo funcional como la imposibilidad de un individuo, el cual sabe leer y escribir, para utilizar dichas capacidades de forma eficiente en su realidad.
Por ello, es completamente intrascendente su posibilidad teórica de ejercer la lectura, el cálculo y la reflexión, por lo que estos sujetos son incapaces de aplicar estas competencias a problemas concretos que los aquejan de forma cotidiana.
En el caso específico de nuestro país, se ha demostrado –por medio de los resultados de las evaluaciones estandarizadas como es el caso de las pruebas ENLACE, PISA, EXCALE y EXALI– que más del 80% de los alumnos que las presentan, muestran rasgos propios del analfabetismo funcional por lo que se podría afirmar que 8 de cada 10 de nuestros jóvenes son analfabetas funcionales y que esta tendencia no parece reversible en un corto o mediano plazo.
En esta tesitura, es importante señalar que uno de los principales factores que incide en la expansión del analfabetismo funcional es la desigualdad económica presente en el país, elemento preponderante que no entrega visos de terminar; es justo que, debido a ello, nos encontremos atrapados en un contexto de vicio social permanente sin solución de continuidad.
Asimismo, hay que señalar que estas problemáticas no fueron tomadas en cuenta en el proyecto de reforma educativa impuesta por el gobierno de Enrique Peña Nieto, el cual, sólo se centró en realizar una reforma laboral perjudicial para los docentes, teniendo como única meta el minar deliberadamente el poder de los sindicatos, olvidando completamente la calidad de la educación y los problemas de pobreza que frenan la mejora social de nuestra patria.
Finalmente, resulta obvio que el país que tenemos es una consecuencia directa de la desigualdad económica reinante, por lo que mientras no se busquen iniciativas que tiendan a reducir las brechas existentes entre sus habitantes, resulta previsible que continuaremos atrapados en este contexto sin esperanza, el cual es alimentado por fenómenos como el analfabetismo funcional.