Más de una vez he aseverado que la literatura mexicana del siglo XXI es femenina, que las mujeres están escribiendo mucho mejor que los hombres y que sus temas, por mucho, son más originales e intrigantes. También es un hecho que las editoriales o críticos apenas si han volteado a este fenómeno, debiendo tener toda su atención, pero pareciera que el patriarcado en las letras sigue imponiéndose.
De este tema, a nivel literatura, me gustaría adentrarme en la próxima entrada. Sin embargo, deseo resaltar que esta tendencia de liderazgo femenino también se encuentra en la narrativa gráfica. No tengo duda que si algo en verdad se cocina en este medio, es femenino. Aunque considero que es muy temprano para un análisis más profundo, trato de dar una visión personal, que dicho sea de paso, se llama “artículo de opinión” y no dogma.
Sin encajar en el formato de novela gráfica (mi preferido), existen varias voces que han emergido en los últimos años de las que estoy sorprendido gratamente. Comienzo nombrando el que ya es un fenómeno masivo, que se encamina a éxito editorial internacional: Jours de Papier, una tira cómica (del inglés Comic strip, tira publicada diaria o semanalmente, desarrollada en poca viñetas, con personajes fijos. Estilo que tuvo inicio en la revista inglesa Punch, 1871, con autores como George Herriman).
Jours de Papier, o “Días de papel”, es una creación de la artista Tania Camacho, quien la comenzó como diario personal sobre su relación sentimental con su ahora colega, Esteban Martínez. Lo que podría ser una inocente o simple premisa fue creciendo para la artista como para su público.
En sus viñetas, no solo reflejó la relación amorosa entre millenials, sino que sirvió de espejo catártico para sus seguidores, que se veían reconocidos en las absurdas situaciones diarias del convivir en pareja.
El humor sencillo, hasta inocuo, estaba basado en prontitudes que les sucedían. Por ello, al inicio, ese humor estaba supeditado a la realidad, pero se palpa que fue madurando la relación entre ellos y su público. Comprendiendo que habían dejado de ser estos (los verdaderos), para que sus personajes (las caricaturas) impusieran su voz. Una extraña exigencia de la irrealidad sobre la realidad.
Siendo tutor de Tania en su proyecto del FONCA, me costó trabajo entender el éxito y funcionamiento de su tira. Sin embargo, entre más lo analicé, más me convenció su simpleza, el agradable y fresco dibujo, así como su definición de proyecto artístico a largo plazo con roles muy bien definidos.
Le aprecio que no se quedara en su zona de confort: su segundo proyecto es más elaborado, a manera de novela de largo aliento, con personajes de ficción. Esperando poder leerlo terminado para juzgar, pero aplaudiendo el riesgo y su pasión. Dos conceptos que escasean por estos rumbos.
Alejandra Elena Gámez es bióloga, de Caborca, Sonora (una más de la hegemonía literaria norteña). Nunca le he preguntado cómo una profesionista en un medio tan dispar al arte terminó escribiendo y dibujando The Mountain with teeth, la tira mexicana que mejor ha reflejado el género New Weird (etiqueta colocada por Jeff VanderMeer en 1995, donde engloba obras de especulación, o fantasía oscura con ambientes urbanos, escrito en estilos de prosa moderna). Serie de cartones con tintes de la escritura surrealista de Leonora Carrington y el autor inglés Neil Gaiman, sus pequeños relatos se entrelazan a la perfección con la excelsa mini ficción que cultivan los escritores Alberto Chimal o José Luis Zárate. Atreviéndome a decir son su equivalente en narrativa gráfica: Mini ficciones gráficas.
Mountain with teeth, es en mi opinión, el trabajo más original de la narrativa gráfica mexicana del siglo XXI. Abriendo toda una puerta por el estilo, formato y difusión, que será digno de seguir con detenimiento para ver su alcance. En alguna ocasión, un detractor me dijo que el dibujo era “infantilizado”. Yo creo que es parte de la magia y el secreto de su funcionamiento: los temas profundos, con tonos de la poética de William Blake, solo podían cautivar con ese trazo limpio.
Alejandra ha renovado la temática y el modo de acercarse a un público que no desea un discurso optimista, sino todo lo contrario: una visión más sarcástica de la vida. De ese modo, se coloca del otro lado de la balanza del proyecto de Tania Camacho, a manera de una dualidad de Luz/Oscuridad, que está agitando el medio para transformarlo, o afortunadamente quitarse concepciones arcaicas como la mía, para una nueva generación de lectores que están ávidos a nuevas voces y propuestas.
(Espero que este espacio en MONOLITO se convierta en una verdadera ventana crítica a la narrativa gráfica mexicana, un lugar de reflexión serio para un medio que debe profesionalizarse. Cualquier recomendación es bienvenida).