No creí que pasaría. Era tan cliché que ni estaba poniendo atención. Hace unas semanas fui a ver Mean Girls y las personas a mi izquierda se fueron a media película. Desconozco si fue por el factor “música” tan omitido en la publicidad previa, la apertura a la diversidad o si quizás tenían una urgencia que los sacó de la sala, pero el hecho fue que se levantaron y se fueron.
Claramente, Hollywood lleva varios años queriendo reposicionar a las películas musicales dentro del panorama popular, y remontarse a esos años dorados del siglo anterior (cuando los grandes artistas saltaban al estrellato gracias a las mismas), al mismo tiempo que hace todo lo posible por que las personas que no son teatreras no se enteren de esto hasta que terminan dentro de una sala de cine. Un camino con bastantes tropiezos, si nos remontamos a esta línea de nuevos musicales que inició en 2016 con el estreno de La la land, abiertamente amada por fanáticos y no fanáticos, pero que entre la crítica estuvo presente la duda sobre si podría ser considerado musical o sólo una película con escenas musicales, cuyo ejemplo más nuevo a pequeña escala es la de Barbie (en lo personal, yo soy partidaria de la segunda crítica).
Todo parecía que, a pesar de esta introducción más experimental, las películas se irían encaminando hacia producciones tradicionales, en búsqueda del amor del público, luego del éxito de The Greatest Showman en 2017, la polémica Mamma Mia! Here We Go Again y próximos anunciados estrenos como el de In The Heights en 2020 y un tráiler que no dejaba a dudas que era un musical. Pero una pandemia llegó y este largometraje, como tantos otros, sufrió las consecuencias de un estreno que pasó sin pena ni gloria un año después.
Casi lo mismo ocurrió con la otra amada por la crítica, West Side Story, que en otra línea temporal se habría estrenado al cierre de 2020, pero por obvias razones también se recorrió. Y si bien ésta se llevó muchas nominaciones en la temporada de premios, en taquilla fue considerada un fracaso.
Hollywood necesitaba una nueva estrategia. Las películas no estaban llenando bolsillos. Y la opción lógica era ocultar que los musicales eran musicales. Claramente. Y eso sin hablar de todas las que se fueron directo al streaming.
Llega 2023. Anuncian la precuela de Wonka. La adaptación de Chicas Pesadas. La gente en internet está confundida. ¿Para qué las necesitamos? Bueno pues, iré a verlas sólo para quejarme. O porque no tengo nada más que ver en el cine. ¿Cómo que un musical? Nah, no te creo. No digas mamadas.
Por azares del destino -dígase del trabajo- asistí a ambos estrenos de prensa, donde muchas veces parece que hay más civiles que prensa. En la primera fuimos un público diverso de edades, y quizás eso fue factor para que la sala estuviera repleta. Por mi parte, no tenía muchas expectativas, y aunque sé que no será mi top 10 de movies, me gustó el trabajo realizado y buen manejo del musical. Por parte de mucha gente, quizás se sorprendieron de tanta música, y aunque aquí hubo quienes justificaban que cómo sorprenderse, si las de Charlie y la fábrica de chocolates eran musicales, aquí aplica de nuevo esa discusión abordada en La la land. También fue factor para los críticos que no hubiera una comparativa directa, al ser un guion original, pero lo cierto es que pintaba bien para el seguimiento del gran proyecto gringo.
Llegó Mean Girl y corrió el riesgo de que las taquillas se tambalearan. Esa publicidad engañosa estaba cobrando factura cuando la única referencia clara sobre su origen era una minúscula nota en la letra “A”. Resulta que es una muy buena película que habría corrido con mejor suerte si la hubieran promocionado como se debía, en vez de lo que muchos consideraban incluso como trailers para películas de terror (al elegir de manera inadecuada los cortes menos oportunos).
Hace unos días vi The Colour Purple. Lo único que sabía es que Whoopie Goldberg no ganó el Oscar a mejor actriz en su momento, y que por eso le dieron el premio a mejor actriz de reparto en su papel muy cuestionado en Ghost. Ah, y que al parecer también había un musical. Ni en cuenta siquiera de que todo esto estaba basado en una novela. Resulta que amé la película, la cual se basó en el musical.
Próximamente iré al cine a ver por primera vez Moulin Rouge! en la gran pantalla. Mis encuentros con esta película siempre fueron por medio de la televisión, el cable y streamings piratas. Ah, y que es un musical criticado por los puristas del teatro que tanto critican a ese género llamado jukebox (cuando emplean canciones populares en vez de crear su propio libreto). Ver lo mucho que la gente del internet ama la publicidad de Cinemex me dice que hay futuro para el género musical en los cines; sólo falta que alguien en los altos mandos de los USA se ponga listo y finalmente publiciten a estos largometrajes con el honor que se merecen (y que no haya otra pandemia, por favor).