Aunque Alessandro nunca me decepciona, a veces no termina de convencerme. El Baricco de Tres veces al amanecer, Seda, Sin sangre, Mr Gwyn, Una cierta idea de mundo o Emaús es un Baricco de diez. En City se queda en nueve al no enamorarse de Shatzy, al no dar con el final. En Esta historia, Océano mar y Tierras de cristal se queda en ocho porque las alarga demasiado.
La Esposa joven es también de ocho. El arranque es genial, de once, pero luego pierde fuelle, y acaba con un FIN que rompe toda la magia. Si ese FIN lo puso Baricco, no tiene perdón. Si lo ha puesto el traductor, no tiene perdón. Ese FIN le ha quitado un punto. Podría haber sido una obra de nueve sobrado y se ha quedado en un ocho peladito. Ahora me estoy imaginando a Bécquer. Está recitando Por una mirada, un mundo… El público escucha. Hechizado. Bocas entreabiertas. Cejas enarcadas. Y entonces el poeta termina, guarda dos segundos de silencio y dice FIN. ¿Qué es eso de FIN? Si el escritor no es capaz de cerrar la obra con contundencia, que se dedique a cultivar melones. Si el lector no es capaz de sentir un final perfecto, que se dedique a cultivar berenjenas.
«El hecho es que algunos escriben libros, otros leen: Dios sabe quién está en la mejor situación para entender algo al respecto. ¿El corazón de una tierra se concede a quien la vio con fascinación adulta, por primera vez, o a quien nació allí? No se sabe. Todo lo que he aprendido al respecto puede resumirse en pocas líneas. Se escribe del mismo modo como se podría hacer el amor con una mujer, pero en una noche sin luz alguna, en la oscuridad más absoluta y, por tanto, sin verla en ningún momento. Luego, a la noche siguiente, los primeros que pasen por allí se la llevarán a cenar o a bailar, o a las carreras, pero comprendiendo desde el primer momento que no van a lograr ni rozarla siquiera, imaginaos pues llevársela a la cama. Les falta una pieza a todos, y raras veces el hechizo se concluye. En caso de duda, yo tiendo a fiarme de mi ceguera y a dar por buena la memoria de mi piel. Por eso ahora voy a cerrar cuatro paréntesis, y lo haré con calmada seguridad, acunado por este tren regional que me lleva hacia el Sur.)))) Voilà».
Es preocupante el asunto de los FINES. Tengo aquí tres obras de Baricco pendientes. En una de ellas hay otro FIN. Hablamos de Novecento. Aún no la he leído. Y ya le quito un punto. Antes de empezar a leerla, ya es de nueve. Es preocupante el asunto literario. Es indispensable afinar más. Mucho más. Se está publicando mal. Yo, si fuera editor, no aceptaría un FIN. Alessandro Baricco es mi escritor preferido, pero, si fuese su editor, no le aceptaría un FIN. Lo siento, amigo, o quitas el FIN o te buscas otra editorial. Eso le diría.
«Nadie se ha quedado nunca en esta casa cuando nos marchamos de vacaciones, repitió, más para sí mismo que para la Esposa joven».
Alessandro Baricco consigue una vez más reinventar la Literatura.
La Esposa joven es imperfecta pero indispensable.
Una historia de múltiples lecturas.