Grady Hendrix, conocido por su habilidad para mezclar horror con humor y crítica social escribe una historia que es mucho más que un simple relato de vampiros. A primera vista, Guía del club de lectura para matar vampiros, parece una comedia ligera sobre un club de lectura en un pequeño pueblo, pero pronto revela su verdadera naturaleza: un ingenioso comentario sobre el silencio de las mujeres, la solidaridad femenina y cómo la literatura puede ser un arma contra los monstruos, tanto literales como metafóricos.
La protagonista, Patricia Campbell, es una ama de casa aparentemente común en la tranquila y aburrida ciudad de Lawndale. Su vida da un giro cuando un misterioso y carismático europeo, James Harris, llega al pueblo, seguido de una ola de desapariciones y enfermedades.
Lo que comienza como sospechas se convierte en una certeza aterradora: James es un vampiro, y solo Patricia y su club de lectura de mujeres, todas subestimadas por la comunidad, están dispuestas a enfrentarlo.
Hendrix utiliza el vampiro clásico, un depredador que seduce y domina, para representar las amenazas patriarcales que enfrentan las mujeres. James Harris no solo chupa sangre; manipula, aísla y gaslightea a Patricia, como lo haría un abusador. La resistencia del club de lectura, formado por mujeres de distintas edades y personalidades, es un recordatorio poderoso de que la unión y el conocimiento son herramientas de empoderamiento.
El club no solo lee novelas románticas o clásicos, usan lo aprendido en sus lecturas para descifrar y combatir al vampiro.
Hendrix rinde homenaje a la tradición del vampiro desde Drácula hasta Salem’s Lot, pero también celebra cómo las mujeres usan su ingenio para sobrevivir.
Algunos podrían encontrar el ritmo lento al inicio, la construcción del pueblo y sus personajes es meticulosa, pero esto sirve para contrastar con el caos posterior.
Es una delicia para los amantes del horror con significado. Hendrix demuestra que el género puede ser vehículo de reflexión social sin perder diversión. Entre risas, escalofríos y momentos de pura satisfacción, está novela reivindica que, a veces, las heroínas no llevan capa… llevan páginas subrayadas.