Luis Raúl González Pérez desistió y no buscará un nuevo periodo al frente de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos, pero el proceso sigue y el Senado de la República tiene la enorme responsabilidad de tomar una de las decisiones más importantes en este sexenio: definir al o la responsable de tomar las riendas de la Institución.
Es cuestión de días, apenas unas semanas.
El registro de aspirantes concluyó y ahora los legisladores en la Cámara Alta están obligados a hacer pública la lista final de quienes desean ocupar el lugar de González Pérez, a más tardar este jueves, escuchar sus motivaciones para encabezar el organismo autónomo más importante de este país y tomar una decisión final para que el o la nueva ombudsperson asuma el cargo el 16 de noviembre próximo.
Supuestamente, el Senado habrá de escuchar voces de la sociedad civil y organizaciones públicas y privadas involucradas en la promoción y defensa de los derechos humanos para proponer una terna de la que surgirá el o la nueva titular de la CNDH.
¿Qué características debe reunir el ombudsperson?
Evidentemente, debe ser autónomo(a), lo cual no implica necesariamente estar peleado(a) con el poder o las instituciones, únicamente mantener una sana distancia, sin amiguismos, pero con la absoluta disposición a trabajar en equipo y también muy cerca de las organizaciones de la sociedad civil y, por supuesto, de las víctimas, en el entendido de que la defensa de los derechos humanos es un tema que nos involucra a todos y en el que todos debemos participar e involucrarnos.
La autonomía es una condición sine qua non para la justicia y el bienestar de las víctimas, para la transformación del nuestro en un país a la altura de las expectativas internacionales y exigencias de un mundo en constante evolución en el que el otro es ya uno mismo. De ahí la importancia. De ahí un México en la mira de otras naciones y otros desarrollos y otros paradigmas. No podemos seguir anclados, no debemos esperar menos de lo que merecemos.
Por eso el o la ombudsperson debe ser alguien que cuente no solo con la obligatoria formación académica, sino también con verdadera experiencia profesional en campo y una sólida trayectoria en la defensa de los derechos humanos, en especial de los grupos más vulnerables.
Los cargos previos en oficinas o escritorios cercanos a presidentes, gobernadores y la clase política en general son aceptados (que no aceptables) en otras latitudes, no en la tarea que el puesto representa. La titularidad de la CNDH exige experiencia, acompañamiento y conocimiento de la realidad que enfrenta la población allá, fuera de oficinas permeadas por la tristemente célebre y característica burocracia de este México tan nuestro.
Comprensión, empatía, austeridad y honestidad, son algunos de los rasgos indispensables en quien sea elegido para los próximos años al frente de la Institución, a la que ahora se exige una absoluta y total cercanía con las víctimas. Es evidente la necesidad de que, para cumplir con las exigencias de la nueva realidad mexicana, quien esté al frente del organismo debe tener áreas bien dominadas: desde el conocimiento brindado por la educación superior hasta aquel que provoca y genera la experiencia real, cercana e irrepetible con la gente.
Fueron 57 los registros recibidos en el Senado para ocupar el puesto.
¿Cuántos de ellos pueden reunir al menos tres de los requisitos descritos?
Entre los aspirantes hay de todo: políticos, amigos de gobernadores, presidentes de organismos estatales oficiales, investigadores, académicos, ex procuradores.
Mucha experiencia en uno u otro sentido… demasiadas carencias en la mayoría.
Habría que atender el llamado de las organizaciones civiles (del que dio cuenta La Jornada, 17 de septiembre)
Las más de 40 mil personas desaparecidas, los más de 300 mil homicidios, las tres mil fosas clandestinas, los 26 mil cuerpos sin identificar y los nueve asesinatos de mujeres que suceden en promedio cada día ponen en evidencia la crítica situación del país (…) ante esta grave realidad es indispensable que la designación que llevará a cabo el Senado garantice un proceso que permita contar con un perfil con amplio conocimiento en materia de derechos humanos y con demostrada independencia e imparcialidad para estar al frente de dicha institución.
Los representantes de algunas de esas organizaciones, entre las que se encontraban el Centro de Derechos Humanos Fray Francisco de Vitoria, Amnistía Internacional México, Ciudadanos en Apoyo a los Derechos Humanos y la Red Todos los Derechos para Todas y Todos, recordaron también que, de acuerdo con los Principios de París, “el nombramiento de sus titulares (hablando de los organismos públicos defensores de derechos humanos) deberá ajustarse a un procedimiento que ofrezca todas las garantías necesarias para asegurar la representación pluralista de las fuerzas sociales interesadas en la promoción y protección de los derechos humanos, en particular mediante facultades que permitan lograr la participación”.
Concuerdo y retomo, entre los aspirantes hay de todo.
Por ejemplo, en el apartado del absurdo se encuentra un Alejandro Habib Nicolás, cuya experiencia en el tema se remonta a escasos 12 meses que lleva al frente de la Comisión de Derechos Humanos en Hidalgo y cuyo gran mérito, además de 25 años en el servicio público (especialmente en materia electoral), es su cercanía con el gobernador Omar Fayad. Él fue colocado en ese cargo por los diputados hidalguenses en medio de severos cuestionamientos de asociaciones civiles y señalamientos de verdaderos defensores y activistas.
En contraste, encontramos registros que superan las expectativas, como el de Elizabeth Lara Rodríguez. Ella cuenta con innegable experiencia en el tema, tiene el apoyo de no pocas organizaciones civiles y ha caminado de la mano de las víctimas desde hace al menos 10 años desde la propia Comisión Nacional. Trabajo en campo y preparación académica resultaron ser el binomio perfecto para la oaxaqueña, a quien no pocos reconocen como una persona honesta, comprometida y dispuesta a todo para mantener la autonomía del organismo.
Es evidente que hay un inmenso abismo de diferencia entre uno y otra.
Valdría la pena contrastar otros perfiles, lo sé, pero este asunto del espacio es la peor de mis limitantes.
En todo caso, lo cierto es que los senadores deberán formarse una opinión a partir del encuentro que sostendrán con cada uno de las y los aspirantes, quienes contarán con cinco minutos para hablar de sus méritos, presumir sus logros en el sector y responder preguntas de los legisladores.
A algunos, como Habib, les sobrará tiempo…