Imagen tomada del video «Alejandro Almazán en la V Feria del Libro Independiente».
Conversación con el periodista Alejandro Almazán
sobre el poder de la crónica y cómo llegó a ésta.
Desde tu punto de vista, ¿qué significado u objeto tiene el escribir crónica?
La crónica tiene un cromosoma distinto, por eso es tan diva. La crónica, al ser un híbrido —Juan Villoro le llama ornitorrinco—, puede describir, explicar, razonar, comprender y contar una historia que en otro género periodístico no podría. Los otros géneros son muy formales, usan corsé. La crónica no. Ella es callejera y a eso va a la calle, a recoger la historia oral que, al final de cuentas, es la que prevalece.
En tu caso, ¿por qué quisiste dedicarte al género de la crónica y a quiénes quieres llegar con éstas?
Era muy malo para la nota diaria: se me iba la nota o me estresaba hasta la hospitalización. Entonces me di cuenta de que yo necesitaba tiempo para los textos y la crónica lo tenía. Me dedico a este género, también, porque es un homenaje a mi madre que me contó las mejores historias del barrio en el que vivimos. ¿Quién quiero que me lea? El tendero, el carnicero, la secretaria, el obrero, el taxista, el que me cuida a mi perro, el bolero, el estudiante… Quiero llegar a la raza. Escribir para que te lean los políticos y los periodistas cualquiera lo consigue.
Te has puesto frente a frente con gente ligada al narcotráfico en sus diversas áreas, personas que afectan y desangran al país y a la sociedad en general, como en el caso de los sicarios. A ese respecto, ¿cómo te dejan interiormente, en tu reflexión personal, dichos testimonios que suelen ser fríos, tajantes y descarnados?
Crecí en un barrio donde el crimen trabajaba los 365 días del año. Conviví con batos que desde morros ya eran malas personas. Se hicieron, no nacieron, debo aclarar. Con los años, ellos desangraron a mi barrio y yo fui odiándolos. Ya no. Entendí que provenían de familias rotas, con la sola oportunidad de la vida misma. Hoy me siento frente a malos no para juzgarlos, allá ellos y los siglos que les esperan oxidándose en el infierno. Me siento para escucharlos y entender en qué momento de la vida comenzaron a odiarse ellos mismos y se soltaron a hacer el mal a los demás. Quizá busco, inconscientemente, una respuesta a por qué yo no terminé de malandro. Sus historias me chupan la energía, son personajes vampiro. Pero también a ellos hay que escucharlos; muchas veces sus historias no coinciden con las versiones oficiales, esas que están muy de moda y sólo sirven para manipular la realidad.
Algo sí dejo claro en mis entrañas: por más bonachón que sea el bandido, al bato no le haré apología.
México es en sí mismo muchos méxicos al igual que sus problemas múltiples. ¿Qué tipo de historias quisieras contar más adelante a tus lectores? ¿Sobre qué temas y realidades del país, que no has contado hasta ahora, estás interesado y quisieras escribir?
Tengo una novela sobre secuestro que dejé a la mitad. Y la dejé porque me pregunté si era bueno para mi salud mental desangrarme todas las noches, que es cuando tecleo. Voy a seguir escribiendo sobre mi país porque es mi obligación, pero en la ficción voy a intentar escribir de amor. Y escribir de amor en mi lenguaje significa escribir sobre mi barrio, mis padres, mis vecinos, mi infancia.
Desde tu experiencia en el tema de la descomposición social, ¿cuáles son los principales problemas que has leído en los rostros e historias de los testigos y participantes de tus crónicas?
Desde hace más de 25 años que llevo reporteando, los problemas en este país son la corrupción, la impunidad, la violencia y la indolencia del Estado mexicano. Cada uno crece según la temporada, pero todos ellos nos han arruinado por décadas. El problema de esta temporada es la indolencia del Estado. Su desmesura, su hipocresía, su ineficacia, su mentira. De esto, generalmente, hablan mis textos, al igual que los de muchísimos colegas.
¿En qué o quiénes crees que debe caer la responsabilidad con respecto a la situación actual del país? –Con tus crónicas, pareciera que no sólo es un problema del gobierno, sino de ciertas partes de la sociedad.
Lucio Cabañas decía que teníamos que hacer pueblo y hacer pueblo es organizarse. Y en México no nos organizamos. Esa es la culpa que compartimos todos: no organizarnos. Hemos perdido a 43 normalistas, hemos permitido que regresara el PRI, hemos enterrado a miles de muertos y todo por no organizarnos. En una marcha de Ayotzinapa escuché que debemos unirnos porque nos están matando por separando. Unámonos.
También escribes novela. Cuéntanos, ¿cómo es que te interesaste en dicho género literario?
Llegó el momento en que escribir tal nombre o contar tal historia ya no fue fácil. O te arriesgabas a que te mataran o corrías el riesgo de publicar una mentira. Así que la información que podía confirmar la destiné al periodismo y los rumores, leyendas y los datos que ponen en riesgo la vida de cualquiera los doné a la ficción y me puse a teclear una sarta de mentiras. Creo que la ficción es un buen lugar para contar la verdad.
¿Actualmente estás trabajando en algún nuevo proyecto de crónica o de novela?
En novela, como te decía antes, estoy trazando la ruta de una que tenga que ver con mi infancia y todos esos monstruos que me convirtieron en lo que soy. En el jale de periodismo quiero hacer algo sobre la heroína. Ya veremos.
Sobre Alejandro Almazán:
Alejandro Almazán (ciudad de México, 1971) estudió Ciencias Políticas y Sociales en la UNAM. Es periodista, cronista, y escritor. Ha sido miembro fundador de Macrópolis, CNI-Canal 40, Milenio Semanal, Milenio Diario, La revista y Emeequis. Además, ha trabajado para los diarios Reforma y El Universal. Actualmente colabora en la revista Gatopardo, en el Grupo Milenio y en el diario El Mundo, de España. Ha ganado tres veces el Premio Nacional de Periodismo en la categoría de crónica. Ha ganado, también, el Premio Nacional Rostros de la Discriminación, el premio que otorga la Sociedad Interamericana de Prensa y el Fernando Benítez. Es autor de El más buscado (2012), La victoria que no fue (2006), Gumaro de Dios, el caníbal (2007), Placa 36 (2009), la novelaEntre perros (2009) y Palestina, historias que Dios nunca hubiera escrito (2011). Chicas Kaláshnikov y otras crónicas (2013).
Biografía tomada de http://www.megustaleer.com.mx/autor/9000003491/alejandro-almazan
Nota: entrevista publicada originalmente en nuestra edición XX.