Severo Sarduy fue un escritor cubano, nacido en la ciudad de Camagüey el año 1973 y fallecido en París el año 1993. Exploró los resquicios de la narrativa, poesía, teatro y ensayo; además de realizarse vastamente como periodista, crítico literario y de arte, lector para editoriales y pintor. Actividades todas, que sin duda ampliaron el rango de su imaginario, acervo lingüístico y cultural, los cuales se reflejan en su obra.
Junto con autores como José Lezama Lima y Alejo Carpentier, Sarduy compone el canon latinoamericano del neobarroco, que según Arriarán (2010) es el renacimiento del barroco histórico “desenterrado”, pero también un modelo de análisis y ejecución para obras de la modernidad. El neobarroco de Sarduy retoma la idea clásica de la “literatura como triunfo del artificio”, el simulacro y la parodia. Representa la crisis entre el vacío y la nada, entre el orden y el caos, lo apolíneo y dionisiaco. Creando así una alegoría de la sociedad burguesa del consumo, que tal como en el barroco, todo lo torna pomposo, lo sobrecarga y engrandece.
Ahora bien, cabe señalar que entenderemos al barroco como un lenguaje, que independiente de su floritura, es flexible y abierto. Al respecto, Alejo Carpentier sostiene que “(…) el barroquismo es un lujo en el arte, no es decadencia como usted ha dicho. El barroco se produce, por el contrario, en momentos de máxima fuerza, en determinadas culturas (…)” (Video, 1977). Culturas como la nuestra, que en un punto de su historia han necesitado ampliar el espacio de creación. Es la exuberancia estética que busca inducir a una experiencia, estética también.
Esta variación será posible a través del modernismo y la vanguardia; con una constante superposición de imágenes. Deja el espacio a un elemento controversial en su composición: la ambigüedad. Y con ella un libre albedrío parcial de interpretación. Desde tal punto de vista, Latinoamérica es ambigua. Por esencia, no logra definirse, es una mixtura de léxicos, creencias y ritos. Latinoamérica es mestiza, como consecuencia de la conquista; por ende es barroca (aunque no en la tradicionalidad del estilo). Lo toma, tras el choque de culturas, lo transmuta y aterriza a la realidad propia, lo hace suyo y lo incorpora a su naturaleza hasta mimetizarlo, como si fuera parte de su origen.
En Sarduy, el barroco americano conocido como “neobarroco”, salta a la vista del lector pues su escritura es compleja y entreverada. Lo cual exige un grado de conexión singular con la obra desde el contexto, el símbolo y su lenguaje. Para explorar por completo el mundo que Sarduy nos dibuja, tibio y latente. Así lo aclara el propio autor en una entrevista realizada por Joaquín Soler Serrano en el programa de televisión A fondo:
“(…) quizás lo que yo he tratado de hacer, (…) es justamente comunicar un placer físico muy grande en la lectura. Yo quisiera que el lector mío se encontrara prácticamente en un estado de placer sexual (…)” (Video, 1976).
Esta modalidad de la sexualidad expuesta, sin tabúes ni compunción, caracteriza a Sarduy en su imaginario, liberal y atemporal. Es una búsqueda de un término clave: el placer; en la vida y en todo lo que realicemos, incluso en ejercicios banales como lo son leer y escribir.
En Cobra (1972) -una de sus obras más renombradas- reconocemos en el título un anagrama de COpenahue, BRuselas y Amsterdam; Cobra es el nombre de un grupo de pintores, una serpiente sagrada, Cobra del verbo cobrar, y además, Cobra como el eco de la palabra barroco. Sin duda una novela cargada de significancia.
En cuanto a la recepción de la novela en el momento de publicación, Joaquín Soler Serrano, en la entrevista anteriormente citada, hace referencia a algunas fuentes de la crítica y el público.
“La crítica dice que el libro es un relámpago deslumbrante en la cerrada noche de la retórica. (…) Es un soberbio triunfo en el plano del lenguaje, la han llamado novela picaresca, y que por otra parte (…) la novela que se traslada constantemente glorifica el principio de la metamorfosis” (Video, 1976).
Cobra desarrolla la historia de un protagonista travesti, que oficia de reina en el Teatro Lírico de Muñecas. Su transformismo se ve dificultado por el gran tamaño de sus pies, los que “eran su infierno” y a los cuales aplicará una serie de emplastos y todo tipo de tratamientos (ayudado los la Señora). Tras probar cuanto artificio médico llegó a conocer, Cobra emprenderá un viaje a Oriente, para al fin acabar con su mal. Con el correr de los capítulos el narrador se refiere a los personajes con diferentes nombres, superpone imágenes y mezcla jergas, desorientando al lector. Sin embargo, Sarduy dice al respecto que:
“(…) poco importa si yo le comunico un relato o no, (…) se trata de ponerlo en una condición física muy parecida a la del amor, muy sexualizada y además se trata de invadir su cuerpo no solo desde la cabeza (…)” (Video, 1976).
Es así como la trama deja de ser un eje central en la novela. La experiencia será la búsqueda constante del disfrute, del placer. Y es a raíz de esta cita, que afirmamos lo siguiente: si bien Sarduy no es el primero que trabaja su esencia desde el barroco, es quien la tensiona mayormente. Ya que aúna este estilo, ya descrito, con el tópico de la sexualidad. Cabe destacar que no es la exuberancia por la exuberancia, así, sin mayor profundidad. Sino que esta misma es la única forma de expresar la eclosión latinoamericana desde su propio sincretismo. El barroco mutará sus símbolos para amalgamarlos con los americanismos. En este caso concreto, lo aplicamos a lo sexual, no desde el amor idílico y romántico, sino desde la construcción identidad-género y el erotismo.
“Considerar que alguien es “hombre” o “mujer” se funda en edificaciones simbólicas que hallan su arraigo en una determinación física; pensar que alguien que reniega de este designio es “anormal” esconde una manera específica de percibir a los humanos y a la sociedad (…) existe una ordenación tal en la sociedad que siempre implica la dominación de unos sujetos sobre otros” (Martínez S. 2004).
El género, como bien explica Martínez, es una construcción socio-cultural, que escapa de lo considerado “natural” en el determinismo biológico. Por ende es variable y su edificación dependerá de la época y entorno en que el individuo se desarrolle. Que Cobra se identifique travesti no es casual, corresponde a una seguidilla de hechos que componen su realidad y la narración nos sitúa desde el primer capítulo en su proceso de metamorfosis.
Ahora bien, hablamos de una novela de principios de los 70, periodo histórico en que nuestro continente fue acribillado, casi simultáneamente, por las dictaduras de corte militar. Es decir, la censura y represión estaban instauradas ya en el ambiente de la sociedad. Y arte (literario en este caso) no escapó de esto. Los pies de Cobra, son entonces, la alusión al miembro masculino, que es “demasiado grande”. El órgano que los define aún como hombre y entorpece su transformación. La novela se refiere así desde la primera página:
“Los encerraba en hormas desde que amanecía, les aplicaba compresas de alumbre, los castigaba con baños sucesivos de agua fría y caliente. Los forzó con mordazas; los sometió a mecánicas groseras. Fabricó, para meterlos, armaduras de alambre cuyos hilos acortaba, retorciéndolos con alicates (…)”
Dicha reticencia a sus esfuerzos por reducir sus pies, funciona como una metáfora sobre su sexo, formulada cuidadosamente para evitar la censura.
Llega un punto en que el protagonista se obsesiona con el arquetipo femenino que él mismo idealizó; y se frustra al no lograr corporalizar la figura de Oriente en su cuerpo de Occidente. Entonces, Cobra es el travestismo llevado al extremo, que al cuestionar el ser y el parecer, valida la teoría queer. La cual surge desde la necesidad de “normalizar” las nuevas identidades que expresaba la sociedad, categorizándolas en uno de los dos sexos (hombre o mujer). La solución vista por la medicina es modificar los cuerpos, para hacerlos coincidir con la mente y formar un individuo armonioso al sistema.
Referencias bibliográficas
(1977) Entrevista a Alejo Carpentier en A fondo. Por Joaquín Soler Serrano. Video. En línea: https://www.youtube.com/watch?v=086LorOiH20 [Consultado en Octubre, 2017]
(1976) Entrevista a Severo Sarduy en A fondo. Por Joaquín Soler Serrano. Video. En línea: https://www.youtube.com/watch?v=VAHiWbjf3Vk&pbjreload=10 [Consultado en Octubre, 2017]
Arriarán, S. (2010). Teoría del neobarroco de Severo Sarduy. México
Esterrich, C. (2003). Mecánicas groseras, mecánicas en crisis: travestismo y retórica en Severo Sarduy. Revista Iberoamericana. Vol. LXIX, Nº 204
Foucualt, M. (1995) Historia de la sexualidad, volumen I. Ed. Siglo XXI
Martínez, L. (1999). El mito-máscara en la obra de Severo Sarduy. Revista Chilena de Literatura, Nº 54
Martínez, S. (2004). La metamorfosis de Cobra. Facultad de filosofía y humanidades, Departamento de literatura. Universidad de Chile
Richard, N. (1993). Masculino/femenino. Francisco Zegers Editor. Chile
Sarduy, S. (1999). Obra completa: tomo I. ALLCA XX, Université París, Francia
Semblanza:
Silvana Freire (2000 Puerto Montt, Chile), un intento de poeta a medio hacer. Estudia Letras Hispánicas mención Lingüística y Literatura en la Pontificia Universidad Católica de Chile, pero obvien la palabra «católica» al relacionarla con ella. Escribe desde muy pequeña, incluso antes de saber escribir. Ha participado en talleres literarios y concursos de nivel regional y nacional. Además de una publicación bajo el amparo del concurso regional de DD.HH., otra con la revista Canibaal (Valencia) y dos publicaciones en la Revista Almiar (Madrid).