Este sucio asunto de la política me resulta bastante divertido.
Recién estuve involucrado en una conversación con un periodista de esos que tienen hermanos en el PRI y gustan de compartir sus notas principales con los amigos de gobierno horas antes de su publicación.
Palabras más, palabras menos, él decía que en esta época tenía que irse a tientas y con calmita en torno a sus expresiones públicas en favor o detrimento de cualquier personaje del partidazo porque nadie sabe a ciencia cierta quién será el ungido, quién recibirá la sonrisa incólume y el abrazo fraternal del máximo líder tricolor visible en el país, quién será el o la valiente determinado(a) a enfrentar el fuego amigo, el merecido odio y desprecio social. Un paso en falso, un adjetivo mal administrado, una frase bien intencionada, decía, podría costarle su espacio de opinión y quizá hasta su futuro profesional.
No lo dice abiertamente pero él y su corazoncito laten por Chong descaradamente.
De hecho, es muy “amigo” de lo que llaman “los osoristas”, un supuesto grupo de profesionales e inteligentes secuaces, perdón, quise decir personas, que van a muerte con el hasta hoy secretario de Gobernación a donde sea y haciendo lo que sea necesario hacer para seguir en la palestra.
Los que saben de política dicen que entre su grupo están personajazos de la vida pública nacional como Magdalena Mayorga, David Penchyna, Carolina Viggiano, Paula Hernández, Jorge Rojo y Víctor Velasco, entre otros ilustres conocidos allá en la tierra que gobierna Omar Fayad. El punto es que les tiene miedo y no quiere caer de su gracia porque “quién quita y el próximo sexenio me logro colar”.
Lo cierto es que el señor secretario Chong es colocado a la altura de José Antonio Meade Kuribreña o Luis Videgaray Caso. De verdad. No miento. Dicen que el ex gobernador de Hidalgo sí puede y está al nivel de los más grandes estadistas de México. Aunque los estadistas reales ni siquiera vean el mismo horizonte. Los que saben dicen que él es el bueno, el efectivo, el papasfritas pues. Menudo chingadazo se van a llevar por volar tan alto.
La verdad es que quién sabe, igual y sí tiene la capacidad. Después de todo no creo que sea tan difícil igualar las tradicionales, comunes e infaltables pifias ya convertidas en el pan nuestro de cada día.
A propósito, durante la clausura del 6º Foro Nacional “Sumemos Causas. Por la Seguridad, Ciudadanos + Policías”, el presidente peña dijo que “a veces” la gente condena, critica y “hace bullying sobre el trabajo de las instituciones del Estado mexicano”. ¿Sí?, ¿en serio?
He estado dándole vueltas a la afirmación y llegué a la conclusión de que eso no es del todo cierto.
La gente no se queja, por ejemplo, del Ministerio Público como institución, sino de los personajes bajo cuyo resguardo recae el funcionamiento de tal figura. Las razones son diversas: el afán malsano por revictimizar a los afectados; su frágil y distraída moral cuando de dinero se trata; su incapacidad para conducir, resolver o al menos iniciar una investigación; el comportamiento de quienes están involucrados en tal proceso y un largo, penoso, fastidioso y desgastante etcétera, aunque debo aclarar que ni son todos sus miembros ni son todos los casos.
El señor peña se quejaba porque decía que cómo podíamos exigirles a los policías con los salarios que tienen, por ejemplo, pero se le olvida que esos sueldos no los determinamos nosotros, los infelices mortales de a pie, sino ellos, los que tienen la inicialmente honorable y terminalmente mancillada encomienda de gobernarnos, los responsables de asignar salarios.
Por eso la voz de doña María Elena Morera Mitre, Presidenta de Ciudadanos por una Causa en Común A.C., sí es válida y sí debe tomarse en cuenta. Dijo que es indispensable poner en marcha un gran proyecto de desarrollo policial y reconoció que hay logros a nivel federal y local, esfuerzos loables y experiencias que se pueden replicar y permanecer, “hay aspiraciones que nos pueden y nos deben unir; contar con instituciones eficaces de seguridad y de procuración de justicia debe ser una de ellas”.
En contraparte a un sujeto que apenas puede entender la diferencia entre manteca y mantequilla, Uruguay y Paraguay, ella sí es una voz que vale la pena escuchar.
Lo siento, ofrezco una disculpa, me desvié un poco. Solo deseaba recordar las razones por las que Osorio no será el muchacho chicho de la película gacha y hasta afirmar que falta muy poco para saber quién va a ser el bueno del partidazo para tratar de sonreír tranquilamente otros seis años, pero olvidé por qué es importante…