En “Rápidos y Furiosos 7” se hace referencia al Ojo de Dios, un sistema operativo que permite identificar y encontrar a cualquier individuo en el mundo. Esta aplicación puede organizar al hardware del mundo entero para que, de manera unificada, aporten información la persona que se busca, proporcionando ubicación, imagen y sonido.
Cabe mencionar que la recopilación de estos datos se hace en un segundo plano. Es decir, sin el consentimiento (ni conocimiento) del dueño del Hardware, ni tampoco de quien es buscado. Basta que una cámara y/o micrófono digital estén cerca, para que cada uno de nosotros se vuelva en un Ojo de Dios.
El Ojo de Dios se funda en la Teoría del Mosaico de Datos Personales. La cual señala que cada dato aportado constituye una pieza de un gran mosaico (o rompecabezas) de nuestra personalidad y conforme mayor sea la aportación de información, mayor será el panorama que tendrán de nosotros. Así, entre más datos aportemos, más fácilmente seríamos víctimas del Ojo de Dios.
Alejándonos de la ciencia ficción y regresando a nuestra realidad, a nivel mundial se tiene presente el principio de consentimiento de los datos personales. Derivado de ello, es necesario que quienes recaben información de carácter personal deban informar a los titulares, las finalidades del uso de sus datos.
Aunado a dicha comunicación, también debe existir el consentimiento de los titulares. Esta puede ser tácita en algunos casos y, expresa en que los datos recabados se consideren sensible.
Pero no es todo. Existe un candado adicional. No sólo es necesario dar a conocer para que se usará por parte de quien recaba la información, ni el consentimiento del titular.
Estos elementos pueden ser insuficientes. Se requiere, además, una justificación que amerite el uso de la información personal. Por ejemplo, en un caso clínico, el conocimiento de ciertos padecimientos del paciente será vital para determinar la forma en que se abordará la enfermedad.
Si es alérgico a alguna sustancia, alguna enfermedad e historial clínico, serán importantes y necesarios para atender correctamente la afección. En este caso, conocer o no si se forma parte de un partido político no será ni determinante, ni justificado.
En cambio, si lo será a que religión pertenece, toda vez que existen creencias que restringen algunos procedimientos médicos, como la transfusión sanguínea. Ahora bien, cambiando de ejemplo, en un trabajo será información irrelevante saber a qué religión se pertenece.
En el ejemplo de “El Ojo de Dios”, sin olvidar que no deja de ser ficción y, basándonos en la teoría de “Los 6 Grados” de Duncan Watts, en una situación en que el panorama señalado por dicho autor se encuentra potenciado por las tecnologías de la comunicación y las redes sociales, da como resultado, encontrarnos en una situación en la que cada uno de nosotros, podemos convertirnos, a la vez, en “EL Ojo de Dios”, de esa gran deidad que es internet, que nos observa a cada momento y en todo lugar.