La renegociación del TLCAN ha destapado una gran polémica con el fiasco de la promesa esperanzadora que el expresidente Carlos Salinas de Gortari hizo cuando este tratado entró en vigor. Salinas prometió que este convenio comercial impulsaría a México al primer mundo. Hoy, ciertamente podemos decir que estamos más lejos de aquel “paraíso” económico. Tal vez no pudo existir momento más propicio para que la frase de Nemesio García Naranjo, aunque atribuía al general Díaz, que versa: “Pobre de México, tan lejos de Dios y tan cerca de Estados Unidos”.
Sin embargo, aquel logro primermundista que pregonó Salinas, hoy es un simple susurro de lo que no se logró. Podemos intentar justificar la utopía (o sueño guajiro, si así lo quieren ver) presidencial nunca contempló la posibilidad de que llegara a la Casa Blanca un hombre como Donald Trump. Pero para el colmo esto tampoco es de mucha ayuda, pues nos sigue demostrando la poca o nula capacidad previsora por parte de nuestros gobernantes.
Ahora tenemos que prepararnos para un eminente reverso de este tratado comercial. Aunque el secretario de Relaciones Exteriores, Luis Videgaray, nos dice que quedan escenarios para un avance en la renegociación, también asevera que tenemos que prepararnos para el peor escenario que es la salida de Estados Unidos del TLCAN.
Esta situación nos orilla a dos puntos: el primero es la postura de Videgaray, quien asegura que México está preparado para su salida del TLCAN, si éste no le favorece a México o simplemente Estados Unidos opta por retirarse de él. Con ello México sería el menos perjudicado con la conclusión de este convenio comercial. Aquí la realidad supera a la ficción, pues en medio de las renegociaciones ha crecido la incertidumbre financiera y, por consecuencia, el peso pierde terreno frente al dólar. Esto nos lleva al segundo punto: el fin del Tratado de Libre Comercio hundiría la economía nacional. Pero también la actual situación nos muestra que, si bien no vamos de maravilla, el país puede sostenerse en un solo pie y continuar.
Y aunque suene a cliché pero donde hay crisis hay oportunidades de crecimiento. Esto nos demuestra la incapacidad de nuestros dirigentes para voltear a ver al resto del mundo y darse cuenta que, si México es realmente tan rico como sus spots y demás propaganda presumen, el TLCAN resultaría un estorbo para la expansión comercial mexicana.
Otra fuente de oportunidades es América Latina, que sigue esperando algún país puntero que le sirva de guía. La derogación del Tratado de Libre Comercio debería obligar a México a buscar las vías de desarrollo y de industrialización que tanto necesita. En México existe una gran capacidad para permitir este avance autóctono. Tantos cerebros dispersos por el mundo, pero deseos por aportar en la construcción de un mejor porvenir mexicano, contribuirían para sustentar estas diversas vías.
Sin duda alguna, la renegociación del TLCAN no es un resultado adverso ni del todo negativo, es más bien una segunda o tercera (o la cantidad que sea) oportunidad que tenemos de retomar el país y redirigir el rumbo del país. Pero para ello también se necesita el trabajo de todos. No sólo consumiendo productos hechos en México, sino buscando las vías necesarias para que estos productos se exporten a otras partes del mundo; crear redes comerciales con mayores dimensiones y que éstas sean incluyentes de tal forma que la sociedad pueda ver verdaderos beneficios.