Estamos a unos días para terminar el año. El tiempo sigue avanzando, nadie puede detenerlo. Creemos que el avance del tiempo es sinónimo del progreso; decimos “Hoy tenemos un mayor alcance tecnológico a diferencia de hace diez o veinte años.” Por eso es que como seres humanos nos afanamos en pensar en un mundo muy al estilo de la ciencia ficción; queremos ver autos voladores, construcciones que duren tan solo unos cuantos segundos, etc.
Sin embargo, el avance del tiempo sólo ha representado ese salto tecnológico pero, como seres humanos, no hemos progresado, al contrario, nos encontramos en un enorme retroceso; cada día somos menos humanos.
Tal parece que no hay necesidad de la existencia de los ciborg, mitad hombre y mitad máquina, para que nuestra conducta se parezca más a la de una máquina: frío, carente de emociones, etc. Como seres humanos nos hemos cegado ante los problemas que nos están destrozando, que destrozan nuestro mundo.
Estamos por terminar otro año más; el 2016 ha sido un año lleno de violencia. México sigue padeciendo de la enorme ola de violencia que ya parece ser un tsunami, pues no hay nada que contenga la violencia que se vive en este país. Pero México no está solo en este padecer; el mundo entero tiene el mismo padecimiento.
El mundo se va eclipsando, llenándose de muerte, caos y destrucción. Los atentados en Francia, en Alemania y en Bélgica siguen presentes en la mentalidad de la comunidad europea; les han vuelto a robar su relativa paz. Ucrania y Rusia se siguen escupiendo balas; la mayoría de las naciones europeas apuntan con sus misiles a la helada Rusia mientras que este país eslavo hace lo propio.
Siria se desangra a causa de los intereses capitalistas; el mundo quiere al petróleo sirio, no quiere a los sirios. Mientras las grandes potencias se confrontan en este país, miles de hombres, mujeres y niños mueren; todos ellos mueren siendo escudos humanos, mueren gracias a los constantes bombardeos; otros mueren tratando de buscar un lugar para poder vivir, mueren tratando de cruzar el Mediterráneo. Pero el resto del mundo los contempla, contempla el sufrimiento creyendo que se trata de un Reality Show.
Afganistán e Iraq siguen tratando de reconfigurar sus naciones, destruidas tras la invasión de los estadounidenses. Nigeria también está tratando de luchar en contra del terrorismo mientras lucha contra las hambrunas. Libia sigue tratando de entenderse tras la muerte de Gadafi, mientras lo intentan está siendo saqueada por los capitales franceses.
China continúa presionando a Nepal por medio de la fuerza. Israel se mantiene firme en el exterminio de los palestinos; los palestinos siguen sin conseguir, fuera del papel, verdaderamente ser reconocidos.
Pero decimos que el ser humano es la cúspide de todas las especies pero yo me pregunto ¿De qué sirve enviar personas a Marte si en el mundo abundan las hambrunas? Tanta tecnología nos ha cegado. No, la tecnología no representa que estemos en la cúspide, no cuando matamos por intereses personales, cuando humillamos y esclavizamos a otros individuos. No, el tiempo avanza pero el ser humano sigue mutando en una terrible bestia que arrasa con todo, incluyendo consigo mismo.
Empero, yo aún no pierdo la esperanza de que algún día volvamos a sentirnos más humanos y menos máquina. Sólo espero que cuando ese día llegue… no sea demasiado tarde.