Hablar de la Ciudad Eterna puede llegar a ser un tema que abarque horas de intensa plática, pues aparte de la mitología, arquitectura, religión, museos y demás, es una ciudad que desde tiempos remotos ha ocupado un lugar privilegiado en la historia del mundo.
Recibiendo a más de 40 millones de turistas al año en sus famosos monumentos, Roma es una de las ciudades más visitadas.
Esto es un problema.
Las autoridades italianas están preocupadas por la conservación de los lugares más concurridos, pues tener a tantas personas a la vez resulta desgastante y podría poner en riesgo a los monumentos.
Uno de los objetivos del gobierno de Italia es dar a conocer al mundo otros puntos arquitectónicos y culturales de igual o mayor valor, para desviar el tráfico de turistas de los lugares más famosos y así mostrar otras joyas que ofrece la ciudad.
Uno de los monumentos más visitados es La Fontana Di Trevi, que fue construida en el siglo XVIII por Nicola Salvi.
El hecho de estar prácticamente escondida entre callejuelas de la ciudad y ver su impresionante tamaño y belleza, con la leyenda que se le adjunta de que quien lance una moneda a la fuente, asegurará su regreso a Roma; hacen de ésta la más importante en toda la ciudad.
En el mundo cinematográfico, La Fontana Di Trevi ha servido de inspiración para varios directores en sus obras, pero quien inmortalizó dicho monumento, sin duda, fue Federico Fellini en su película La Dolce Vita (1960) en la escena que hizo de esta película, todo un clásico: https://www.youtube.com/watch?v=bbtjqxXs3zQ
La decadencia y excesos de la alta sociedad romana son retratadas en La Dolce Vita, las cuales Marcello (Marcello Mastroianni), un periodista de la farándula, aborrece pero a la vez forma parte de ella.
La vida de bares nocturnos, mujeres y fiestas tienen hastiado y encantado a la vez al protagonista, quien solamente encuentra un ídolo en su intelectual amigo Steiner, quien aparentemente lo tiene todo pero le advierte que “incluso la vida más miserable es mejor que una existencia segura en una sociedad organizada donde todo es calculado y perfecto”, palabras que Marcello no llegará a comprender del todo hasta más tarde.
Una sucesión de eventos nocturnos en donde la relación de los medios de comunicación con la alta sociedad de Roma forman el corazón de la trama, y Marcello da vida al guía del espectador a este mundo frívolo y despreocupado.
Resulta una experiencia amena el ver cómo se puede retratar una misma ciudad de diferentes formas, según el director, sobre todo si se compara la visión de Roma de un italiano, en este caso Federico Fellini, con la de un extranjero, en este caso de Woody Allen.
Mientras Fellini deja ver una crítica a la superficialidad y trivialidad de la ciudad, Woody Allen presenta una visión mucho más light y cómica de situaciones que le suceden tanto a los mismos romanos como a los turistas.
To Rome with Love (Woody Allen, 2012), es una pequeña oda a esta bella ciudad al mismísimo estilo y humor de su director, que da un paseo al espectador a una Roma diurna, presentando varias historias con personajes entrañables que uno como extranjero se queda con ganas de visitar (o volver a visitar) Roma.
La mayoría de las películas del director neoyorkino son precisamente ambientadas en su ciudad natal, hasta hace unos años recientes cuando decidió explorar algunas ciudades europeas para que fueran sede de sus nuevas historias, y la capital italiana fue una de las elegidas.
Así que se tienen las dos caras de la moneda: una presenta una Roma nocturna, llena de exceso de los placeres y un tono mucho más crítico y sombrío que aunque sea de 1960, los temas que tocan siguen estando vigentes hoy en día; y la otra cara muestra una ciudad llena de luz con situaciones mucho más cómicas y menos densas, resaltando puntos claves de la ciudad y algunas de sus costumbres conocidas en todo el mundo.