Dentro del vasto mundo de películas ambientadas en navidad, sólo algunas se pueden llegar a considerar verdaderos clásicos como It’s a Wonderful Life (Frank Capra, 1946), que a pesar de los años transcurridos y de las opiniones encontradas, sigue siendo una película que muchos llevan consigo en sus memorias.
Debido a que es una película un poco antigua para las generaciones jóvenes actuales, hay quienes no la conocen o no saben exactamente de qué trata; nada que no se pueda remediar, ya que no hay mejor tiempo que diciembre para ver (o volver a ver) este clásico imperdible.
Cabe mencionar que es hacia el clímax de la película cuando uno se da cuenta de que se trata de una película navideña, ya que en toda la historia no se menciona o se muestra dicha época.
George Bailey (James Stewart) siempre ha sido un hombre bondadoso y generoso; lo aprendió de su padre, quien tenía un negocio de préstamos en el pueblo, pero ahora que ha muerto, sólo George puede hacerse cargo, de lo contrario caería en manos del señor Potter (Lionel Barrymore), un viejo rico y amargado que prácticamente es dueño de todo el pueblo.
No es para nada lo que George tenía en mente, pues su sueño siempre había sido viajar y conocer las viejas construcciones de Europa para convertirse en un gran arquitecto.
La vida de este carismático hombre no ha resultado como quería, excepto por Mary (Donna Reed), su perfecta esposa quien a pesar de todo ha estado a su lado en cada momento. Pero tras meterse en problemas financieros que podrían ponerlo en prisión, sólo un milagro del cielo podrá salvarlo de cometer el peor error de su vida.
It’s a Wonderful Life es una película amada por muchos y odiada por otros, no hay punto medio, pues si se analiza el contenido minuciosamente se pueden encontrar detalles que dan de qué hablar. Resulta interesante conocer las opiniones de ambos bandos, como el artículo de Jamieson para The New York Times en 2008, en donde afirma que “es una historia terrorífica y asfixiante sobre crecer y renunciar a tus sueños […], de vivir entre personas amargadas y de mentes pequeñas…”. Jamieson y Gilchrist en su artículo para The Guardian en 2014 concuerdan que Pottersville (la versión del pequeño pueblo de George si el señor Potter fuera el completo dueño) es un mejor lugar que el original: más estable económicamente y con un mejor futuro.
¿Cómo es posible que una película que retrata una vida llena de decepciones, amarguras y sueños truncados sea una película navideña? Debe ser solamente por la fecha en la que es desarrollada la trama.
It’s a Wonderful Life muestra a las generaciones más jóvenes lo que conlleva ser adulto, y no lo pinta nada bien. Es decir, nadie quiere terminar como George Bailey: hastiado de la dura realidad, hasta el cuello de problemas económicos y con una familia y grupo de amigos que no parecen satisfacerlo por completo por más perfectos que sean.
Es claro que también se debe tomar en cuenta que It’s a Wonderful Life es de 1946, en la época de la posguerra en donde temas como la masculinidad, la familia y los roles de género eran vistos de una manera muy diferente a lo que hoy en día se hace.
George Bailey es un héroe con muchos defectos, lo cual lo hace más realista. El hecho de que tenga un pasado y ver cómo se desarrolla la ira y cansancio lentamente en él a lo largo de su vida hasta al punto del quiebre, crea cierta empatía hacia él.
Pero esto ya es algo que debe juzgar cada uno de manera individual, siempre y cuando a la hora de sacar las conclusiones finales o reflexionar la verdadera moraleja de la historia sea con base en todos los aspectos mostrados a lo largo de la historia, viéndolos desde varios puntos de vista, desde el de George hasta el propio.