Una de las luchas más feroces en el ámbito laboral fue respecto a la jornada laboral. No hace mucho las jornadas no poseían límite alguno, salvo necesarias para descansar, por lo que podía extenderse hasta 14 o 16 horas. En algunos casos, se extendía todavía más. Tras la exigencia de sus derechos, las jornadas diarias quedaron fijadas en 8 horas.
Los obreros podían destinar tiempo no sólo a su trabajo, sino también a la recreación y al descanso. Surgió una división entre el trabajo y la vida privada del sujeto, ya que en ésta no podía ser molestado por su patrón.
Sin embargo, en la actualidad los medios de comunicación han roto de nuevo esa barrera entre el trabajo y el tiempo fuera de ella. Un mensaje, llamada, correo electrónico, incluso comunicación por redes sociales pueden ser suficientes para devolver al trabajador a la oficina, aunque no físicamente, si en una extensión digital, encarnada por le computadora o el celular, ya sea en casa, la calle o en cualquier otro lugar.
La desconexión laboral es un ejemplo de como la evolución tecnológica permea en la realidad y motiva al mismo tiempo la evolución legislativa. Aunque pareciera ilusorio, desconectarse del trabajo ya es una realidad, al menos para Francia. Esto es así desde el primero de enero de 2017 ya que agregó al artículo del Código de Trabajo. Artículo L2242-17, el numeral 7 que señala lo siguiente:
“7.º Las modalidades del pleno ejercicio por el trabajador de su derecho a la desconexión y la puesta en marcha por la empresa de dispositivos de regulación de la utilización de los dispositivos digitales, a fin de asegurar el respeto del tiempo de descanso y de vacaciones, así como de su vida personal y familiar. A falta de acuerdo, el empleador, previa audiencia del comité de empresa o, en su defecto, de los delegados de personal, elaborará una política de actuación al respecto. Esta política definirá las modalidades de ejercicio del derecho a la desconexión y preverá, además, la puesta en marcha de acciones de formación y de sensibilización sobre un uso razonable de los dispositivos digitales, dirigida a los trabajadores, mandos intermedios y dirección (Legifrance, 2017)”.
Las implicaciones de este derecho conllevan una serie de observaciones. Mientras que laboralmente significa un nuevo límite para la autoridad patronal, significa también una responsabilidad laboral para el trabajador, en el sentido de que también debe hacer una división imaginaria de lo que es el trabajo y la vida privada, por lo que debería evitar realizar actividades de dicha índole en la jornada de trabajo.
Según el diario “El Comercio” el 70% de los peruanos revisan sus redes sociales en el trabajo (2017). La armonía de estos dos intereses puede tener una mejora en el rendimiento global.
Otro aspecto interesante, un tanto futurista, es el planteado por la serie Black Mirror en el capítulo “Fifteen Million Merits” (Netflix, 2011) en el que la sociedad ha alcanzado un grado en que se crea energía eléctrica por medio del ejercicio físico. En ese panorama, todo tiene un costo, incluso desconectarse de las redes social y del trabajo, los cuales bombardean con anuncios y expectativas de superación en cada momento.
Si a esto le sumamos que en dicho capítulo, los ciudadanos se encuentran en todo momento en su área laboral, se puede llegar a entender la importancia del derecho de desconectarse que desde ahora debe forjarse.