Últimamente los medios de comunicación, partidarios y dirigentes del PRI como algunos intelectuales (o herederos de algunos de ellos), se han dedicado a saturarnos con la idea de que las elecciones del 2018 corren el riesgo de ser “saboteadas” por el gobierno ruso.
Sin embargo, a cada uno de ellos se les han solicitado constantemente que demuestren sus palabras con sólidas evidencias. Pasan los días, los rumores continúan, pero las pruebas de que el gobierno ruso esté apoyando la campaña de AMLO no han llegado. León Krauze, no ha dejado de insistir que no hagamos burla ante tal posibilidad; pero…¿y sus pruebas?
Por no hablar de Enrique Ochoa Reza, dirigente del PRI, y de Javier Lozano, quienes han hecho mucho parlote pero nada han logrado demostrar. En fin ¿qué se puede esperar de los políticos? Pero eso sí, todos apelan a que el peligro es inminente sólo porque somos los vecinos, o la puerta trasera, de los Estados Unidos.
Pero creo que todos ellos han olvidado dos cosas muy importantes: El primero es que si la “izquierda mexicana” fuera realmente una amenaza, ésta ya se hubiera contenido mediante las “válvulas” institucionales. Tratándose de un partido político lo primero que se tendría que hacer es cortar o reducir su financiamiento. Exactamente lo mismo que está pasando con Javier Corral, a cuyo estado le han “congelado” su presupuesto.
Y para aquellos priístas temerosos de la izquierda, se les olvida que gracias a ellos la izquierda sí gobernó al país. Adolfo López Mateos, definió a su gobierno como “extrema izquierda” eso sí, dentro de lo constitucional. Así que ¿a qué izquierda le temen los priístas?
Y el siguiente punto es de corte más internacional. A los rusos les gustan los grandes, de esos que se llaman potencias, que tengan crecimiento económico y no se estanquen con pequeñeces. Y no, no estamos hablando de México, por fortuna o desventura, dependiendo de cómo lo quieran ver.
Rusia está preocupada en tres situaciones simultáneas: En primer lugar son sus elecciones presidenciales, también celebradas este mismo año. De estas elecciones dependerá el rumbo de las relaciones internacionales, incluyendo sus proyectos ya planteados por V. Putin; si él vuelve a ganar la reelección, entonces se dedicará a fortalecer los siguientes dos lugares.
En segundo lugar, los rusos buscan fortalecer su presencia en Medio Oriente, de aquí que no quiten el dedo del renglón de Siria, lugar donde están mostrando la debilidad geopolítica norteamericana. Es Medio Oriente, y no México, el lugar donde los rusos pueden golpear con mayor fuerza a los intereses estadounidenses, pese a la distancia.
En tercer lugar está el BRICS, que busca consolidarse como un bloque económico opuesto al bloque estadounidense. El BRICS, está compuesto por Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica; todas ellas son naciones que están consideradas como países en vía de desarrollo, empero su crecimiento económico en la última década han mostrado que son potencias en su región (sobre todo China).
Las ambiciones rusas van más allá de lo que México, a pesar de ser vecino de Estados Unidos, pueda representar. Si bien, es cierto que los rusos intentaron invitar a México a pertenecer al BRICS, pero no era una situación viable por la completa dependencia mexicana hacia los Estados Unidos.
Entonces, si Rusia no tiene mucho interés en nuestros asuntos políticos, ¿por qué sostener este engaño? Causar paranoia de que un país extranjero pueda inmiscuirse en las elecciones de este año, puede, si se sabe explotar, convertirse en un momento de enardecimiento del patriotismo que llevamos guardado, tal como le funcionó a Ávila Camacho durante la Segunda Guerra Mundial. “Frente por México” o “Todos por México” son la muestra partidista de querer encender estos fuegos patrióticos que pocas veces se asoman en el corazón de los mexicanos.
Pero también serviría para anular una elección, si es que no les favorece a los intereses del grupo de poder, no necesariamente priísta. Algo similar a lo que Donald Trump está viviendo con la investigación del apoyo ruso a su favor. La legitimidad se ve cuestionada y lo único que se busca es quitar del poder al “usurpador”.
Así que en lugar de prestar oídos a falsos rumores, porque como decía, nadie ha demostrado la participación de los rusos en el proceso electoral mexicano; pero tengamos cuidado de quiénes y para qué utilizan este montaje.
Recuerden, la democracia les da el poder de elegir al candidato(a) de su preferencia. Pero antes de ir a las urnas, hay que reflexionar; no nos dejemos engañar.