Las alianzas estratégicas forman parte de la historia humana como una constante, con el afán de proteger los bienes, tangibles e intangibles, que son propios, así como aquellos de quienes considero similares a mí, por la razón, cual sea, que se desee incluir aquí.
Las particularidades de cada alianza han sido y serán siempre distintas, cumpliendo únicamente las condiciones internas que sean suficientes para los involucrados. Antropológicamente hablando, incluso, y por citar un ejemplo, la institución del matrimonio existe y tuvo sus orígenes debido al interés que tenían las viejas estructuras de castas en mantener cierto dominio preponderante en determinados territorios, tanto para ampliar como para consolidar el nivel de influencia de las familias participantes.
Después de la segunda y debido a la inestabilidad política, resultante del conflicto, en algunos lugares del mundo, se generaron los bloques de influencia que ha movido la batuta de lo que sucede a lo largo del globo los últimos 70 u 80 años. Sin embargo, la inclusión de los países y economías emergentes, el envejecimiento poblacional de los países líderes, y los nuevos modelos de intercambio de bienes y comunicaciones, han cambiado muchísimo el panorama ya con la entrada del Siglo XXI.
Sería difícil pensar en alguien que no haya tenido al menos mención alguna vez en los últimos años del llamado BRICS. Cinco países, tan diferentes cultural y políticamente, y a su vez tan lejanos en el orbe los unos de los otros, de repente se fundamentaron como un bloque de influencia relativamente fuerte para la economía de los últimos años.
Uno pensaría quizá que las alianzas entre China e India o entre China y Rusia no serían cosa de sorprenderse debido a que aún cuentan con fronteras políticas físicas entre ellos, y debido también a que a lo largo de su historia han sufrido más o menos intercambios de diversos tipos, de los que típicamente generan ciertos lazos entre las naciones. ¿Pero qué diablos tuvieron qué ver Brasil y Sudáfrica aquí?
En los inicios del BRICS la economía brasileña comenzaba a tener una temporada de prosperidad bastante prometedora, además de que las condiciones internas del país siempre han sido por demás alentadoras, como la facilidad en la obtención de recursos así como la variedad de geografías con las que cuenta.
Sudáfrica, por otro lado, se destacaba como una de las primeras economías emergentes del continente africano, con un Producto Interno Bruto, nominal y per cápita, que le volvía un mercado jugoso para los ojos de los inversionistas, a pesar de los niveles de deuda pública, in crecendo, que para 2015 alcanzaron ya un casi 50% del PIB del país –pero bueno, el desplome sudafricano comenzó a darse después de la crisis del 2008[1].
A pesar de todo, uno de los datos que más llama la atención es que ninguno de los países BRICS forma parte de la OCDE; razón también por la cual no se incluyeron en el bloque algunos similares como México y Sur Corea. La inclusión lógica y más inmediata para quitar al negrito del arroz, literalmente, serían incluir al país norteamericano dentro del bloque, sobre todo pensando en que hace ya algunos ayeres tuvo sus roces socialistas –coqueteos, digámosles– con los rusos, los más fuertes del bloque en la proyección per cápita rumbo al 2050, sobre todo por ser quienes mejor manejaron la reciente crisis de hidrocarburos a nivel mundial, sabiendo politizar sus gasoductos.
Lo curioso es que al parecer los aztecas ya encontraron nuevos cuates con quienes juntarse y aún es posible que les hagan el feo a estos muchachos.
Menos conocido por el hecho de ser muchísimo menos mediático es el bloque MINT –sí, como la menta. Conformado hoy día por México, Indonesia, Nigeria y Turquía. No es de sorprenderse encontrar a Nigeria en un agrupamiento así debido a que en los últimos años se ha convertido en el destino preferido para los manufactureros de diversos tipos y en una economía que, gracias a la variedad demográfica con la que cuenta, ayudaría a introducir mejor cualquier producto al mercado africado, con una alta variedad de dogmas y creencias. Sin embargo, ¿qué sucede con los demás?
Para 2014, gracias a un artículo de Jim O’Neill[2], padre acuñador del acrónimo BRIC, se comenzaba ya hablar de los nuevos gigantes en las economías emergentes, con muchos más problemas internos que los primeros, pero capaces de construir grandes economías en los futuros años.
México destaca debido a la presente alza en la clase media, lo cual, de mantenerse, generaría forzosamente un intercambio de consumo superior al que históricamente tuvo el país, con una economía mucho más apegada al campo y el petróleo. Su direccionamiento a la generación de mayor capital intelectual le ha ayudado a anteponerse a otras economías.
Además de que, de acuerdo a las cifras del Banco Mundial[3], a pesar de la caída en el PIB que atravesó el país en 2013, se espera mantenga un crecimiento constante, aunque no acelerado, en los siguientes años. Y todo dependerá del tipo de inversión que se haga de los ingresos obtenidos de los contribuyentes.
Indonesia y Turquía parecieran de pronto no encajar también en este conjunto, tratándose el primero de un país que pareciera recibir los mismos réditos tanto de importaciones como de exportaciones, debido a que se concentra en la generación de materias primas, pero no en el aprovechamiento de las mismas, por falta de infraestructura.
Sin embargo, al tratarse de la economía más grande en el sudeste asiático y el cuarto país más poblado del mundo, tiene mucho material para trabajar de manera positiva en un crecimiento acelerado del PIB. Turquía por su parte, aunque de menor valor, se encuentra entre las economías más aceleradas con un franco crecimiento en la producción per cápita y con niveles muy bajos y constantes de inflación a partir del 2005.
Así que, de lo que menos se habla hoy en día, pero resulta ser más presente. La población mexicana está molesta, tenemos aún una gran cantidad de stoppers sociales y políticos que inhiben el crecimiento interno; y la falta de políticas públicas y de consciencia social en el manejo de los negocios tanto gubernamentales como del sector privado dejan mucho que desear. Aun así, ¿tendremos acaso nuestro momento de frescura en el país?
Se los dejo de tarea.
[1] http://data.worldbank.org/country/south-africa
[2] http://www.bbc.com/mundo/noticias/2014/01/140106_economia_paises_mint_mexico_vj_nc