La semana pasada quería cruzar al otro lado para ir al San Diego Civic Theatre y ver una obra. Entre las largas filas por Semana Santa, el aniversario del trabajo y unos boletos cuyos precios ahora eran demasiado costosos, al final decidí no emprender la travesía Tijuana-Downtown.
Podría decirse que al fin y al cabo ya presencié una función en 2015, y tal show está disponible en YouTube gracias a usuarios que lo han subido en la mejor calidad posible. Pero si nunca habías oído de la danza irlandesa o irish dancing, creo que es el momento ideal.
Fue en el Eurovision Song Contest de 1994 que, siendo Irlanda el anfitrión, se llevó a cabo un espectáculo que impactaría al mundo.
Entre Michael Flatley, Jean Butler y Bill Wheelan se ideó presentar “Riverdance”, una canción que en realidad consistiría más de danza que de letra, pero que en general englobaba un homenaje a Irlanda y su historia. No podrían imaginar el impacto de ese interludio de siete minutos, que sólo un año después se convertiría en un show de casi dos horas y que este 2023 cumplió 27 años de gira internacional.
Ni qué decir que tras 1995, el número de adeptos a la danza irlandesa despuntó. Son incontables los jóvenes y adultos que tras haber pasado por su etapa competitiva -sí, la danza irlandesa también tiene competencias o feis, y hasta mundiales- han incursionado en el espectáculo, recordando que la primera vez que quisieron aprenderla fue cuando sus papás o familiares los llevaron al teatro a ver a Riverdance.
La cualidad interpretativa propuesta por Flatley y Butler definitivamente era algo poco visto previamente, pues esta danza era asociada con sus aspectos más tradicionales, brazos rectos, piernas en quinta, poco desplazamiento; y si bien estos factores son vitales en cuanto a la técnica, Riverdance mostró que hay más maneras de apreciar el arte.
Incluso hay personas que, sin estar familiarizados con el mundo del irish dancing, equiparan éste con el espectáculo y le dicen “bailar riverdance”; a lo que cualquier bailarín de danza irlandesa pegaría de gritos.
En este panorama internacional, no es extraño entonces que en México también hay quienes muestran inquietud y gusto por la danza irlandesa. Tanto, que un profesor de danza folclórica en la esquina noroeste del país decidiría aprenderla y comenzar montajes con sus alumnos de preparatoria.
La manera en que Fernando López Maldonado logró que jóvenes de 15-18 años llevaran a cabo sus reinterpretaciones de este y otro show (creado por Flatley en 1996) y que permaneciera amor por el género en edades posteriores, es impresionante, tanto que durante más de una década; el grupo de danza irlandesa de la Preparatoria Federal Lázaro Cárdenas (compuesto por alumnos y exalumnos) siempre era invitado a participar en eventos culturales, y tuvo que venir una pandemia para reiniciar el ciclo.
Creo que nunca me habría imaginado bailar algo así, en un género que para el ojo no familiarizado -o mi mamá cuando asistía a las presentaciones- diría que es todo igual, con el mismo paso, pero la realidad es que esta presentación permite que los hard y los soft shoes sean una extensión más del cuerpo y que los sonidos que generas sean parte vital del espectáculo.
Con ligeras actualizaciones Riverdance continúa vigente hoy en día precisamente por ello. Y como prueba personal ahí siguen en el closet mis zapatos de 200 dólares, adquiridos en 2011, esperándome para la siguiente vez que nos reunamos todos con Fer para montar otro show.