—Me quiero morir contigo aquí en esta cama —me susurra mirándome con su rostro todavía empapado en sudor, después me besa con su boca de aliento siempre fresco.
A Leo lo conocí el 13 de abril del 96, me sé la fecha exacta porque esa misma noche le pedí a Rosaura que nos casáramos. Leo y yo nos hemos comido los cuerpos el uno al otro como nadie. Leo es un mi mejor secreto.
Los dos teníamos treinta cuando nuestras vidas se cruzaron por primera vez. Me lo presentó Margarita, una amiga mía de aquellos tiempos. Nos emborrachamos, nos venimos al motel y nos volvimos uno solo.
Esa fue mi primera vez con otro hombre. Me sentí tan unido a él, a ese ser extraño, que salí corriendo de miedo a casa Rosaura, rogándole matrimonio. Me casé, tuve tres hijos y engordé a morir, pero esa tarde con Leo nunca se fue de mi mente.
Hace cinco años mientras esperaba en una luz roja, lo volví a ver. Fue como si me dieran un puñetazo en el estómago, me llené de nervios, bajé el cristal y le grité su nombre. Desde entonces nos vemos casi todos los miércoles en este mismo cuarto de Motel de la primera vez.
La luz anaranjada de la tarde traspasa las cortinas. Comienzo a mordisquearle una oreja; continúo lamiéndole la barba y bajo hasta por su ombligo, donde me quedo un buen rato.
—Tu olor es mi preferido en el mundo —le digo cuando nos despedimos.
Semblanza:
Elías Alipi (Tabasco, México, 1996. Es escritor, profesor de francés e inglés y amante del cine. Actualmente es becario literario del gobierno de Tabasco, tierra donde tiene bien hundidas sus raíces. Ha colaborado desde el 2018 con el British Council México en diversos eventos relacionados a las letras.