No puedo dormir, sé que hay algo bajo mi cama que quiere atraparme y hacerme daño. Ya grité muchas veces pero nadie me hace caso, o no parece importarles. Recuerdo que antes, cuando le decía a Mamá que había algo bajo mi cama, ella venía como un rayo a mirar y así dejarme más tranquilo. Incluso revisaba el placard y dejaba la puerta abierta para que entrara la luz del pasillo (algo que espantaba a cualquier monstruo que pudiera rondar mi cuarto).
Extraño a Mamá. Me duele su ausencia; y la gente de aquí es claro que no va a venir a atenderme, porque no les importa. No van a mirar bajo mi cama para notar el terrible peligro que me ronda. Saben que es verdad, conocen lo que está debajo de mí y hasta lo que planea hacerme, pero no harán nada al respecto. Según ellos tengo que arreglármelas solo.
Puedo sentirlo ahí abajo moviéndose, haciendo pequeños chasquidos cada vez que me espía. Si presto mucha atención puedo oír incluso su respiración. Está esperando que me atrape el sueño para apoyar sus garras, primero sobre el colchón, luego sobre mi pecho; o no, más bien sobre la boca para que no grite. Incluso si gritara, seguro a nadie de aquí le importaría. Lo que espera bajo la cama podría matarme y a ninguna persona le movería un pelo.
Me gustaría que estuviese Mamá. Le pediría perdón por las cosas malas que hice, por ser un mal pibe, alguien terrible. Ella entendería. Le explicaría que no importa lo malo que pueda ser uno, ni los peores de los peores merecen este padecimiento que vivo ahora. Sentir cada segundo pasar en la noche con los ojos abiertos, compartiendo espacio con lo que en cualquier momento va a matarte. Tal vez lo peor es eso, saber que vas a morir y no saber cuándo. Podría ser al final de este último pensamiento. Seguramente será tiempo después de que apaguen las luces. Apagan todas al mismo tiempo y sin compasión. A veces ruego que la luz de la luna penetre profunda por la ventana, es lo más cerca que puedo estar de aquella puerta abierta que dejaba Mamá para que entre la luz del pasillo. Sigo sintiendo los mismos crujidos bajo mi colchón que indican que se está moviendo, siento su respiración de nuevo y cómo desenfunda sus garras y sus puñales.
Ésta es mi última noche. No creo estar dormido para cuando surja de abajo de mi cama. Tal vez éste es el momento, ya que el último guardia acaba de irse. Y todas nuestras celdas ya están cerradas.
Semblanza:
Me llamo Ezequiel Olasagasti y nací en San Nicolás Prov. de Bs. As, Argentina. Estudié (algunos años) Prof. en letras en la Universidad de Morón y edición de textos en el Instituto Mellea. Actualmente soy estudiante de periodismo en el instituto Éter. Coordiné taller literario en el centro cultural “la puerta creativa” de Haedo y conduje el programa “viejos vinagres” en “como nos pega radio on line”. Ahora formo parte de un grupo literario con varios escritores emergentes del oeste con los que organizamos eventos literarios, principalmente el ciclo “tinto creativo” junto a mi pareja la escritora Mariana Delponte. Publiqué cuentos y poemas en revistas literarias, blogs colectivos y demás medios digitales. Participé en la antología “crupier” de editorial crupier y en la antología “signos” de editorial ser seres. Fui finalista del concurso de micro relatos de la revista Guka. Mi primer libro de cuentos “el hueco del relámpago” (ed. Expreso nova) salió en el año 2015 y mi próximo libro “espejo convexo” (ed. Imaginante) sale en las próximas semanas.