(El) mirar distinto. Así titula Cristina Consuegra el epílogo de Diario de campo. Y empieza hablándonos del temblor que sintió la primera vez que leyó a Rosario Izquierdo. También yo sentí un temblor. Probablemente porque la literatura de esta autora tiene todo lo que la Literatura debe tener.
Salvador: Caballo de Troya, Editorial Comba y Alianza Editorial. ¿Qué me puedes decir de tus editores?
Rosario: Para empezar que siento mucha gratitud porque han demostrado tener total confianza en mi literatura. La gratitud verdadera se une a mi admiración por su atrevimiento: en las tres editoriales se apuesta por novelas que no siguen lo que dicta el mercado. Quiero decir que no hay miedo a hacerlo, porque los criterios que se siguen son literarios. Además, tanto Constantino Bértolo (Caballo de Troya) y Juan Bautista Durán (Comba) como Pilar Álvarez (Alianza) realizan un trabajo excelente de edición literaria, que ha enriquecido los libros publicados y a mí me ha hecho crecer como autora, incluso ganar confianza en mí misma. Y qué suerte encontrar tres editores consecutivos que cuiden lo literario y hagan su trabajo con tanta solvencia, ¿no? Ahora sigo en Alianza, tengo nueva editora, Elena Martínez, y continúo sintiéndome cómoda, segura y bien cuidada. Creo que hasta el momento estoy siendo muy afortunada con mis editores y editoras.
Salvador: Hablemos de tu segunda novela. El hijo zurdo. Un buen día ―nunca mejor dicho― te llaman para decirte que van a rodar la serie y que la va a protagonizar María León. ¿Qué sentiste?
Rosario: Primero una gran sorpresa, porque el libro me parecía muy literario y no lo esperaba. Además: ¿una serie? ¿Cómo iba a ser ese proceso? ¿Qué proyecto artístico había detrás? Quería que se respetara el espíritu del libro y no se convirtiera en una historia de violencia entre jóvenes. Rafael Cobos me contó lo que tenía pensado, situar la historia en Sevilla, centrarse en el personaje de Lola y seguir dando peso a su relación con Maru. Así que, una vez que Silvia Bastos, mi agente literaria, ató los cabos del contrato con la productora, Atípica Films, me pude relajar y asistir a lo que venía con curiosidad, sin esperar una recreación del libro sino una adaptación libre y de calidad artística, como así fue. La elección de María León me sorprendió porque yo tenía en la cabeza otra Lola y María es demasiado linda, joven, delgada… Pero, en cuanto la vi actuar, sentí que encarnaba a Lola, me la creí.
Salvador: Volviendo con el temblor que sentí la primera vez que te leí, recuerdo que lo que más me impactó fue tu prosa certera en unos tiempos en los que pocos prestan atención a la estética literaria. ¿Te sale a la primera o les das mil vueltas a tus textos?
Rosario: Y tanto que les doy vueltas. Sobre todo reescribo mucho. El proceso de reescritura es, para mí, el verdadero trabajo. Las ideas germinales de donde sale todo tienen que contarse con la prosa adecuada, en mi caso hay que podar y depurar hasta que de verdad encaje lo que digo con lo que quiero decir. En ese proceso también hay descubrimientos, transformaciones del relato y de mi propia voz narradora. Es un trabajo de concentración profunda, de mirar adentro y medir las propias posibilidades de expresión. No lo doy por válido hasta que el texto está limpio de impurezas. Lo considero un trabajo serio, aunque para mí nunca comporta ese célebre sufrimiento del que tanto hablan algunos escritores, sino que quiero pasármelo bien y lo consigo con facilidad.
Diario de campo, El hijo zurdo, Lejana y rosa, Pasión Nails. Cuatro novelas escritas con una voz propia, con un talento que tiene mucho de insistencia, nos encandila Rosario Izquierdo con su técnica depurada, y consigue, además, crear la atmósfera idónea, dar a su prosa el ritmo que necesita y cerrar las historias con la llave de los inspirados.
Fotografía: Yolanda Guerrero