Consigue Pablo Gonz, en apenas cien páginas, crear la atmósfera que toda literatura debe contener, y lo consigue con una voz personal y sacando de su chistera literaria los nueve gramos de magia que toda novela que se precie debe contener.
«Ahora el viejo no sabe si Manolo olvidará pronto la sorpresa del cuchillo o si dentro de algunos segundos lo mirará raro. Quizás por la noche, en su casa, sentado ante el plato de comida, revivirá el episodio en detalle, comentará con su mujer lo sucedido o sospechará desgracias en silencio».
Cerca del fuego es un libro que se debe leer dos veces o más. El lector sacará provecho de cada lectura. Cerca del fuego está más cerca del arte que del entretenimiento. Hace falta, pues, una sensibilidad especial para poder apreciar sus matices.
«El chico imagina a la mujer desnuda, bajo el sol, al final del verano, después de nadar en una alberca verdosa y riendo de ese modo tan explosivo. Naturalmente ve bailotear sus pechos de pezones ansiosos, como sujetos de los hombros con cordeles, y la tripita de ombligo largo sobre la que un día dormirá».
Acierta Pablo Gonz con la estructura y también con la extensión. Acierta Pablo Gonz con el tono del desenlace. Acierta Pablo Gonz empezando por el final y acabando sin acabar. Cerca del fuego es un libro-bucle que nos cuenta una historia de amor que es ―quizá― la historia de amor que nadie nos contaría.
«Del tablero de la mesa barre con la mano unos trocitos de corcho que el niño raro desmenuzó a partir de un tapón y saca un hule grasiento que extiende como puede. Luego trae los platos, con hondos portillos, unas cucharas ennegrecidas y dos servilletas marrones. Su mujer va ordenando el pobre servicio, tratando de imprimir cierta dignidad a sus gestos, pero al final sólo logra parecer una persona que imita a otra».
Me he sentido muy cerca de la pareja protagonista. He conseguido meterme en la historia y vivirla más que leerla. He rellenado los huecos que el autor dejó para mí. He intentado, con mi reescritura, completar el libro. He intentado, en la segunda lectura, captar todas las sutilezas, todas las ironías, todas las crudezas que esta historia encierra.
«Cuando la campana de la catedral avisa para la misa de siete, el viejo del abrigo negro se levanta de la silla que hay junto a la estufa y, apretando el paquete del cuchillo contra su pecho, se despide de Manolo y sale a la calle».
La historia de Irina y Délano (Irene y Leandro) ha sido un descubrimiento. No todos los días se encuentra uno con un autor que escribe como nadie escribe. Esta novela corta ha sido ―finalmente― un oasis más en el desierto literario que recorro sin cesar.
Cerca del fuego es un libro pequeño por fuera y grande por dentro.
Pablo Gonz es original, audaz y rotundo.
Un historia inolvidable.