“No trait is more justified than revenge in the right time and place.”
Meir Kahane
Dos artistas están atrapados en una habitación; una parte de ellos se odia, envidia y destruye de inmediato, pero la otra parte se enamora irremediablemente. Si los artistas son cobardes, la destrucción vendrá con la misma tormenta que acompaña al orgasmo; ninguno de los dos será el mismo de nuevo.
Las historias de venganza y las de redención tienen un factor común: el deseo de renacimiento, de volver a cierta estabilidad que permita dormir por las noches. A pesar de la relación, ambos sentimientos pocas veces se unen, especialmente en cine, pues cada uno tiene un género específico. El director Tom Ford une ambos mundos y deja que el dolor y la destrucción de ambas galaxias en agonía colapsen en su más reciente película, Nocturnal Animals.
La historia es común: chica conoce chico, eventualmente se enamoran y terminan su relación. El cambio más importante aquí es que se trata de una pareja de artistas, Edward es escritor y Susan es artista plástica, lo que los ata a un mundo a la vez perfecto y violento. Muchos consideran que la soledad es parte indispensable de hacerse artista, así que cuando se comparte ese sueño existen momentos de total abandono a la fantasía de éxito sentimental y profesional. Lo cierto es que escapar de ese mundo, de una relación así, sólo puede lograrse con un estallido fatal.
Después de la separación, Susan, que ahora es dueña de una galería de arte y que se conforma con vivir en el mundo que juró despreciar, recibe la primera novela terminada de su ex-esposo. La mayor sorpresa es que está dedicada a ella y que lleva en el nombre una carga emocional y privada. Es probable que un personaje como Susan esperara un texto que confesara todos sus secretos, después de todo, su mundo frágil y superficial puede excluirla con un ademán desinteresado. En vez de eso, la novela presenta el seguimiento de una venganza: Tony Hastings viaja con su esposa e hija en carretera cuando unos vándalos los detienen; la noche termina en tragedia y Tony busca vengarse acompañado de un policía que no tiene nada que perder.
La verdadera revelación es que la novela es una alegoría de la relación entre Edward y Susan. Es evidente el rencor que él aún siente y bajo la premisa de “escribe sobre lo que conoces” lleva la historia hasta sus últimas consecuencias.
El personaje en la novela, Tony, constantemente se siente un cobarde, y es su propia familia la que lo inunda de esos pensamientos. Cuando la noche se vuelve violenta y Tony se ve incapaz de proteger a su esposa e hija, lo único que le queda es la venganza, aquella que lo liberará de la culpa, pero aún más importante, que probará que él no es un cobarde. El escrito es violento, derrocha furia, lamentación, resignación y reconocimiento de las fallas personales, pero sin olvidar el odio natural que fundamenta sus palabras.
La película muestra ambos mundos y los confronta para que Susan, en el mundo real, pueda comprender el error de sus acciones. Aunque la familia de ella no estaba convencida de que se casara con Edward, pues lo consideraban cobarde y sin agallas para ser un escritor reconocido; es ella la que demuestra cobardía al huir de la relación y dejarse atrapar por el mundo conocido de la ropa elegante, la mansión lujosa y el esposo que engaña. Susan, además, sabía que para terminar la relación debía hacer algo tan atroz que Edward se viera incapaz de perdonarla: un aborto. Con lo que ella no cuenta, o espera se desvanezca como el amor que alguna vez sintió, es que ese tipo de dolor jamás cede.
Aunque ella se siente refugiada en un mundo lleno de superficialidad, matrimonios falsos y mujeres estúpidas que se visten recordando a Klimt porque creen que eso las hace llamativas e inolvidables, no puede evitar la angustia de no pertenecer, de la decisión mal tomada que no tiene vuelta atrás.
La novela le prueba el dolor que Edward padeció para superarla, y la convence de que debe enmendarse y al menos tener una última conversación con él.
La novela, como toda genuina obra de arte es inquebrantable y encapsula las emociones para revivirlas, para no dejarlas ir y lo que Susan ha perdido de vista es que el arte surgido del dolor no admite perdón alguno.