Parece que fue ayer cuando escuchaba en la televisión la noticia sobre el enfrentamiento entre inconformes y personal de diversas corporaciones de seguridad en Tabasco. Era creo que 1996 y el protagonista principal era el hoy presidente Andrés Manuel López Obrador, quien ese mismo año se convirtió en dirigente del PRD y de ahí saltó en el año 2000 a la entonces Jefatura de gobierno en la Ciudad de México.
De verdad, no miento. Parece que fue ayer cuando el tabasqueño intentó tres veces seguidas convertirse en lo que es ahora y que logró precisamente en esa última tercera, “la vencida”.
Cómo pasa el tiempo.
Recuerdo por supuesto esos fatídicos 47 días de hace ya casi 13 años en plantón sobre la avenida Reforma y también la cantidad de posturas que generó su actuar por las incontables pérdidas -de tiempo y dinero-, que su decisión causó a miles de personas durante ese entonces (solo en 16 días la iniciativa privada hablaba de hasta 3 mil millones de pesos). El movimiento iniciado en julio de 2006 buscaba hacer presión para que se hiciera un reconteo de las boletas electorales y en rechazo al “triunfo” de Felipe Calderón. Sí. Ahí nació el “voto por voto, casilla por casilla”.
Ese fue el contexto a lo sucedido ayer en Palacio Nacional, donde Obrador dio cuenta del desempeño, actividades y logros de su administración a 100 días de haber llegado a la silla grande, la misma en la que Zapata evitó sentarse porque estaba maldita o embrujada o vaya usted a saber qué, lo cierto es que para el General ese mueble representaba abuso de poder y era la imagen perfecta para ilustrar la injusticia, pobreza y miseria del México de entonces… ¿de entonces?
Pero si el viento no le hizo nada a Juárez y nuestro peje es más juarista que el mismísimo Benemérito, ¡qué chingaos!
Por eso ayer mencionó todo y en no pocas veces le aplaudieron expresiones de todo tipo, aunque la gran mayoría -si se me permite el comentario-, de carácter triunfalista gracias a esta, la cuarta transformación del país que él encabeza (en el orden que usted decida dar a la oración recordando siempre que se refiere a la Independencia, la Reforma y la Revolución como medio para llegar a la primera, la segunda y la tercera, respectivamente).
Durante más de una hora habló de los logros, de cómo cuenta con el respaldo de la gente y de cómo han participado todas las fuerzas políticas, todos los actores e incluso informó sobre lo que hará el vecino del norte en un afán por detener la migración a ese país: “se ha comprometido a invertir: al menos 2 mil 500 millones de dólares en países de Centroamérica y 4 mil 800 millones de dólares en proyectos productivos en nuestro país, sobre todo en el sur sureste”.
Y hablando de dinero, llamó mi atención el asunto de la lucha contra la corrupción y la cantidad que podría ahorrarse, según él: un ahorro de 50 mil millones de pesos gracias al combate al robo de combustible; en adquisiciones, alrededor de 200 mil millones de pesos; evitar fugas de capital por alrededor de 300 mil millones de pesos y con el plan de austeridad, 200 mil millones de pesos: “dispondremos de una bolsa adicional para lo que se necesite de 700 mil millones de pesos durante el presente año”.
El punto es que se podrá contar con esa cantidad si y solo si esas estrategias dan resultado, porque lo cierto es que, en este momento, gran parte de ese recurso solo existe a lo largo de las 17 páginas que leyó ayer el mandatario mexicano y en el imaginario de sus seguidores y colaboradores.
No es posible desmenuzar lo dicho por el presidente en esta entrega, de eso se encargarán los que saben y cuentan con bastante tela de dónde cortar, aunque coincido con quienes han manifestado que analizar y calificar la actuación del grupo que comanda López Obrador es un ejercicio cuya objetividad debe basarse en al menos un año de trabajo.
Por el momento debemos seguir en la campaña y seguir escuchando día con día que se va a acabar con esto y se va a garantizar aquello, porque con el pueblo todo y así.
No importa. Ayer fue sin duda el día del presidente, quien aprovechó el espacio, la oportunidad y el puesto para garantizar algo:
Vamos a seguir construyendo en armonía la Cuarta Transformación. También es reconciliación. Vamos a seguir construyendo, entre todas y todos, la bella utopía; vamos a seguir caminando hacia ese gran ideal de vivir en una patria nueva, libre, justa, democrática y fraterna…
La Real Academia ofrece dos definiciones del término “utopía”:
- Plan, proyecto, doctrina o sistema deseables que parecen de muy difícil realización.
- Representación imaginativa de una sociedad futura de características favorecedoras del bienhumano.
Deseo e imaginación… no resulta muy esperanzador el rollo después de todo, ¿verdad?