“Voy a tratar de contribuir a que la izquierda avance, que el PRD se unifique, que tengamos mejores condiciones para avanzar y ayudar a que este año […] tengamos buenos resultados electorales”.
Rene Bejarano.
Es lamentable para la vida política de éste país que frente al comienzo del mal llamado Gobierno de Izquierda del Lic. Andrés Manuel López Obrador, un partido que sustentó su pertinencia, razón de ser y convicción de servicio en la lucha social, hoy se encuentra en lo que podrían ser sus últimas acciones para intentar no desaparecer.
El Partido de la Revolución Democrática (PRD) tiene sus orígenes en aquellos tiempos oscuros de imposición y dedazos, aquellos tiempos que inyectaron en gran parte de la sociedad la necesidad de una resistencia como oposición para frenar los fraudes, los engaños y las mentiras en la vida política de México, de ahí la Revolución Democrática que tanto se necesita en todos los sectores.
Respecto al papel del PRD, en este mismo espacio, pero para Julio del 2017 en Un Frente Amplio Necesariamente Democrático, un servidor explicó que “ahora nos quieren vender una idea muy buena, pero no saben cómo hacerlo y la estrategia que ahora la izquierda tiene, puede convertirse en su propia tumba, eso si no hacen los acuerdos necesarios”.
Y es que al PRD le han ocurrido desgracias y tragedias. Desgracias disfrazadas de liderazgos políticos carentes de la capacidad necesaria de crear unidad al interior del partido. Tragedias que apuñalan el corazón democrático de la lucha histórica a través del abandono de los grandes líderes que construyeron un ideal izquierdista para el país.
Líderes como Cuauhtémoc Cárdenas, Porfirio Muñoz Ledo, Alfonso Ramírez Cuéllar, Ricardo Monreal Ávila, Leonel Godoy Rangel, Ifigenia Martha Martínez y Hernández y; María de los Dolores Padierna Luna, el PRD no volverá a ver. Es decir, personajes que entregaron parte significativa de su vida a una lucha de izquierda que fracasó.
Resulta predecible el abandono de aquellos que militaron y llegaron a un puesto de elección popular gracias a las bases perredistas. Lo que no puede tolerarse es el abandono de los principios rectores por los que aceptaron ser acogidos por el estarte del sol amarillo. No puede aceptarse el discurso de independencia partidista para defender proyectos y posturas que ellos mismos cuestionaron.
Equivocarse es bueno, rectificarlo y ofrecer disculpas es de sabios, pero lastimar el ideal izquierdista de la lucha social para insertarse en el bloque de quienes pretenden golpear y apresurar la muerte de un partido que dio los medios necesarios para posicionarlos en donde ahora se encuentran, eso es traición.
Al PRD, a sus militantes y simpatizantes les llegó por segunda ocasión la oportunidad de reflexionar respecto al futuro del partido. Es momento de pensar en la construcción real del país a partir de la contribución política que éste representa. Llegó el momento de analizar y evaluar aquellas implicaciones que hicieron posible la aceptación de derrota como muerte.
Uno de los mayores males que pudieron ocurrirle al PRD fue quien hoy ocupa el Poder Ejecutivo, el Lic. Andrés Manuel, quien en su momento encabezó al Movimiento Progresista, coalición conformada por el PRD, el Partido del Trabajo y Movimiento Ciudadano. Fue uno de sus males, porque en aquel entonces, entre simpatizantes y militantes encontraron el verdadero sentimiento de la lucha de izquierda y que, quienes en su momento dirigían al PRD, simplemente no los representaba.
Es entonces la falta de dirección lo que está cavando lentamente la tumba del partido. La necesidad de que las bases perredistas encuentren líderes con la capacidad y habilidad para reconstruir lo que otros dirigentes han destruido puede resultar en una búsqueda sin fin. Sin ignorar a quienes han permanecido en el partido por convicción, la lucha por no desaparecer ya empezó.
Un servidor también afirmo en aquel trabajo ya citado anteriormente, que el diálogo será quien triunfe al final, pero que no vengan los morenistas a culpar al PRD cuando ellos son los que han invitado a un frente opositor. Y que no se quejen los perredistas cuando han sido algunos de sus integrantes los que al ver que sus caprichos no se cumplen deciden dejar cobardemente el barco.
Porque debemos construir un país que respete la identidad partidista, un país libre en donde la sociedad construya el camino por el cual tengamos la oportunidad de crecer y cambiar política, económica y socialmente; un mundo libre de ataduras en donde haya espacio para todas las ideas y las formas de expresión de nuestra libertad.