Es bien sabido que el papel de la mujer en el arte, y sobre todo en las expresiones de la plástica fue, por mucho tiempo, relegado a ser la musa retratada. En la actualidad es incluso perceptible, al encontrarnos con exposiciones colectivas, que la mujer no ha logrado imponerse equitativamente en estos escenarios –y en muchos otros– como creadora de arte.
Bajo esta premisa, el Museo de Arte Moderno (MAM) de la Ciudad de México abrió una de sus colecciones en una sala titulada “El espejo de Venus”, que busca romper con la tradición y “soñar con un futuro libre de discriminación e inequidades”, según reza la descripción de la colección, curada por Gonzalo Vélez.
De noviembre de 2018 y hasta el 31 de marzo de 2019, esta colección estará abierta al público en una invitación que parece prometedora para las luchas sociales de actualidad. En ella se vislumbra a la mujer en su papel activo en la sociedad y en el arte, con siete formas de representación: “Mujer ilustre”, “Mujer erótica”, “Mujer compañera”, “Mujer retratada”, “Mujer y opresión”, “Mujer e indigenismo”, así como “Mujer y modernidad”.
Y, aunque la exposición no muestra únicamente obras creadas por mujeres, sí permite darse un panorama de la revolución que el siglo XX trajo para la figura femenina en nuestro país.
Sin duda, uno de los ejes temáticos que más sobresale y más permea en el resto de los ejes que se muestran es el erotismo como algo natural de la mujer, que lejos de resultar un elemento tradicionalista en el arte, revela la trasgresión femenina a los estándares sociales de la época y su lucha por el empoderamiento de su cuerpo erótico, su cuerpo físico, su cuerpo político.
Una exposición que merece visitarse y, por qué no, aprovechar que los domingos la entrada es gratuita.