Griegos. Medievales. Renacentistas. Humanistas. Podemos seguir hablando de generaciones, escuelas y movimientos que han existido hasta nuestros días. ¿Qué ha tenido el hombre siempre en común? A él mismo. En toda la historia, más específicamente desde que se conoce la tradición escrita de las lenguas, se ha redactado acerca de la condición humana. Siempre hay quienes escriben sobre el pueblo. La vida diaria. Las pasiones que acarrean a las personas a realizar actos extraordinarios o totalmente despreciables.
Avancemos en la historia hasta el siglo XX. Situémonos en México. Tenemos aquí el acontecimiento político y social más importante del siglo: La revolución mexicana. Un par de años antes a este suceso nace Jorge Ferretis, quedando su vida impregnada de la revolución. Revolución que después pasaría él mismo al papel en forma de grandes novelas. Sin embargo, su fama duró poco y su obra se eclipsó por otros que, al igual que él, escribieron sobre este asunto, como Mariano Azuela, Martín Luis Guzmán, José Vasconcelos, entre otros.
Ferretis también vivió la entrada de la revolución industrial a México, lo que cambiaría drásticamente el estilo de vida que se tenía desde hace años. Es bajo esta perspectiva que Ferretis escribió una serie de cuentos. Entre ellos uno en específico, la razón de estas líneas y que ocupará también las siguientes: Un viejo de plata.
Sobre la obra de Ferretis, aquellos estudiosos de la revolución ya han indagado. Pero se han dejado de lado todos estos cuentos que no encajan en el tema y que no por ello resultan menos importantes ni de menor valor literario. Es por esto que se ha tomado uno de los cuentos que nada tienen que ver con la vida revolucionaria, sino con este impacto que tuvo en la gente la revolución industrial.
Se nos muestra en el cuento una marcada ansia de cambio y unos personajes trágicos, pero socialmente promedios. Personajes que viven su día a día como cualquier persona, pero que algo irrumpe esa tranquilidad de pronto. Todo esto, hace al cuento un objeto interesante para su estudio ya que puede abarcarse desde distintas perspectivas.
En el presente escrito se analizará el tema de la pasión humana en el cuento de Ferretis, específicamente en cómo logra exponerlo en dos personajes con una gran brecha de edad: un padre y su hija. Se nos muestra con él el pasado y con ella el presente, pero en ambos se encuentra el mismo poderoso sentimiento: pasión.
Veremos como Ferretis no se limita a describir este sentir como puramente romántico, por ejemplo, en una relación de pareja, sino más bien como algo inherente al ser humano, que logra tomar distintas formas. Nos muestra también cómo este sentimiento puede cambiar perspectivas y adaptarse como sea necesario.
Tomaremos para este trabajo la palabra “pasión” no como algo relacionado al amor, sino a sensaciones que causan tensión y reacciones específicas en nuestros personajes (que detallaremos más adelante). Esta definición está basada en el trabajo de Greimas y Fontanille (en adelante G. y F.) en Semiótica de las pasiones.
Definimos entonces la pasión como una relación entre dos aspectos, cada uno por sí mismo dominante sobre otros aspectos humanos. Al haber entonces dos fuerzas dominantes se producen fuertes agitaciones y sensaciones (la tensión de la que hablamos) quedando una dominando a nivel profundo, pero sin desechar la otra que sigue teniendo impacto sensorial en el individuo.
Tenemos cuatro diferentes oposiciones de este tipo que sugieren G. y F. entre cuatro tipos de aspectos o fuerzas dominantes: El deber, el poder, el saber y el querer. Quedando confrontadas específicamente de la siguiente manera:
- Deber vs Poder
- Saber vs Querer
- Deber vs Querer
- Saber vs Poder
Revisaremos los puntos exactos en que se nos presentan estas confrontaciones, así como las situaciones que producen el mismo efecto sensorial pero cuando este efecto se crea a partir de situaciones que a simple vista parecieran carecer de relación.
Para comenzar, revisemos brevemente la estructura de la obra. Tenemos la historia narrada en tercera persona, desde la omnisciencia y en orden cronológico. Hay una clara utilización de metáforas (a las cuales nos dedicaremos más adelante).
La estructura del cuento se asemeja a la de una obra de teatro. Desde esta perspectiva podemos discernir una historia de 3 actos, que quedaría en orden de la siguiente manera: muestrario de las pasiones, confrontamiento entre éstas y aceptación o resolución.
Tenemos entonces primero la exposición de las pasiones sobre las que estaremos trabajando. Se nos presentan también los personajes. Conocemos aquí a Don Flavio, un viejo platero que no encuentra en nada mayor satisfacción que la que le da su oficio, dándonos la explicación completa de su pensamiento y devoción ante lo que él denomina arte. Es aquí donde ocurre toda la presentación de su “pasión”.
Justo después pasamos a conocer a su hija, María Engracia, cuya pasión sí se centra en alguien: su novio Felipe, con quien tiene relaciones sexuales.
Después de esto, suponiendo un segundo acto, se nos muestra el enfrentamiento de estas dos pasiones, en donde Don Flavio, quien es el sujeto dominante, “sabe” que lo que hizo su hija es totalmente reprochable, mientras que su oficio es por completo inocente (aunque en realidad su devoción a la platería le está costando la vida).
Por último, tenemos en el cierre del cuento una aceptación por parte de Don Flavio a la situación y su bendición para que su hija se case. En las últimas líneas aparece en escena una mujer devota de la iglesia, escena que sirve para corroborar la pasionalidad del viejo y que explicaremos por qué sucede de esta manera unas líneas más adelante.
Nos hablan G. y F. sobre como las pasiones no son propiedades exclusivas de los sujetos, sino que pueden proyectarse directamente ya sea sobre sujetos, sobre objetos, o sobre la relación entre ellos.
Sobre este primer punto situemos el texto a revisar enfocándonos en dos de las pasiones que se muestran y sobre a qué van dirigidas. Tenemos en primer lugar la del padre con la platería y en segundo la de la hija con su novio. En ambos casos se muestran con la misma intensidad y tiene en los sujetos las mismas reacciones cuando este sentir se ve reflejado en el destinatario de la pasión, en este caso la platería y Felipe (el novio de María Engracia).
Están presentes también en el texto otras dos manifestaciones de pasión, pero en un modo brevísimo. Primero encontramos aquella tan humana y siempre presente codicia por el dinero (cuando en el cuento se nos dice que unos muchachos se robaron una placa de plata) y segundo, y contextualmente más importante que la anterior, la relación de una mujer con la iglesia. Sobre esta segunda manifestación Ferretis se detiene un poco más para hacer una crítica de cómo hay fanáticos a la religión que se ciegan ante ella.
Este punto sobre la religión y la metáfora con la mujer se nos presenta al final del cuento, cuando en las primeras líneas de este encontramos a Don Flavio afirmando que la orfebrería es su religión, por lo que el pasaje viene a afirmarnos la importancia de la platería para el viejo.
Ambas manifestaciones “extras” de algún tipo de pasión hacen que el cuento esté impregnado de elementos que causan tensión.
Hablamos en párrafos anteriores sobre el uso de metáforas en el cuento de Ferretis. Sin embargo, estas metáforas son muy específicas pues siempre están indicando manifestaciones de la pasión y en ningún momento las usa si no es para referirse a éstas. Correspondiente a esto tenemos dos cosas qué puntualizar respecto al sentido que le brinda al texto el uso de metáforas de esta manera.
Primero, resulta el tema sexual una cuestión “escandalosa” para la época en que fue escrito. No es algo (aun en nuestros días hay cierta censura) de lo que se podía hablar abiertamente. Las relaciones sexuales tenían lugar única y exclusivamente una vez realizadas las correspondientes nupcias. Caso contrario resulta una grave ofensa tanto para la mujer involucrada, como para su familia. Podemos incluso afirmar que es deshonroso.
Es por esto que Ferretis, al expresar el sentimiento abrazador de Don Flavio no tiene mayor problema y puede extenderse durante varias líneas al respecto. Por el contrario, resulta muy corta la escena de Gracia y Felipe, estando saturada de metáforas, hecho por el cuál no se disminuye la descripción de la intensidad del acto sexual.
La diferencia de la longitud en la explicación de la pasión de cada personaje tiene también un sentido que no tiene que ver con la censura. Solemos darle correspondencia al sentimiento pasional con el amor de pareja. No nos es extraño entender esto, por lo que un par de líneas bastan para que reconozcamos el sentimiento. Sin embargo, el llegar a “obsesionarse” y sentir ese arrebato por una actividad o un objeto, es algo que nos tiene con menos cuidado, por lo que Ferretis se extiende más en este tema para dejar en claro el éxtasis que experimenta Don Flavio.
El uso de metáforas únicamente en escenas pasionales les da también cierto valor a estas expresiones, pues se convierte en algo característico del texto.
A continuación, enlistaremos los elementos que comparten las pasiones de nuestros personajes y cómo es que se manifiestan, comprobando así que sensorialmente las pasiones, sin importar en qué se enfoquen, tienen el mismo resultado en los individuos.
- Manifestación física:
a. Don Flavio: Tiene una imparable energía para realizar su oficio. Sigue trabajando aun cuando comienza a sentir dolores físicos que aquieta pensando en su arte.
b. María Engracia: Nace en ella de pronto un deseo sexual por su amado que antes no había experimentado, después de haber estado largo tiempo con él besándolo sin descanso.
2. Dejar de ser consciente de lo que ocurre alrededor:
a. Don Flavio: Se pierde totalmente en el ánfora que está modelando. Deja de escuchar lo que ocurre más allá de su lugar de trabajo y se pierde totalmente en él.
b. María Eugenia: La razón deja de estar presente y los temores que tenía por su padre, por ejemplo, desaparecen. Ya no piensa en nada más que en ella y su amado en ese momento: “Otro remolino de inconciencia los aturde y los anuda” (Ferretis, 1973).
3. Elemento innovador/Cambio en lo establecido:
a. Don Flavio: Se le ocurre la idea de “insertar” música en el ánfora en que está trabajando mediante el dibujo de notas musicales que él puede escuchar en su cabeza. Él mismo piensa en no decírselo a nadie pues pueden juzgarlo por esto.
b. María Eugenia: El hecho de tener relaciones sexuales cuando la pareja no está aún casada (como adición no estar comprometidos y hacerlo en casa de su padre) es el elemento que muestra el cambio en lo establecido, en este caso por las costumbres sociales.
4. Perder la noción del tiempo:
a. Don Flavio: Lleva horas sentado dedicándose a la orfebrería sin que nadie logre quitarlo de su asiento o convencerlo del daño que se está causando al emprender jornadas tan largas sin moverse de su lugar.
b. María Eugenia: Tanto ella como Felipe tienen asuntos que tratar antes de finalizar el día. Felipe está a punto de irse, pero la pasión le gana a la razón y se encuentran ambos despreocupados por el paso del tiempo.
Vemos así como en realidad se tienen los mismos elementos en ambas situaciones pero ajustándose de distinta manera dependiendo a que se está enfocando esa pasión.
Por último, tenemos el tema de la oposición. La más grande muestra de esta se da entre Gracia y Felipe con un enfrentamiento entre querer y deber que se da en tres fases.
- Es quien va “ganando” en esta contienda cuando Gracia siente que quiere seguir estando con su amado
- Después desecha esta idea por que sabe que ella es la única que puede sacar a su padre del ensimismamiento en que se encuentra y tiene que ir a ayudarlo, si no seguirá horas y horas en su trabajo.
- El deber que tiene para con su padre queda en una segunda línea dejando de nuevo el querer por encima de todo sentimiento. Es aquí cuando por fin cede ante Felipe.
Encontramos en el cuento únicamente otra relación con la misma complejidad en donde aparecen también tres fases, y son exactamente las mismas por las que pasa Gracia, pero en esta ocasión lo vemos reflejado con Don Flavio.
- Está a punto de terminar su ánfora y está consciente de lo magnífica que es, por lo que desea quedársela para sí mismo, pues está convencido de nunca haber realizado obra tan hermosa.
- Sin embargo, económicamente ha gastado mucho para hacerla, así como tiempo que no quiere que se vea desperdiciado, por lo que debe venderla para recuperar la inversión. Sabe además que hay quien pagaría bastante bien su trabajo y podría hacer del pago otras obras.
- Se rinde ante su deseo de conservar el ánfora. “No, ésta no la venderá. […] entre sus manos la contempla igual que otros hombres saben contemplar cabezas de hijos. Y vuelve a su tarea con mayor afán” (Ferretis, 1973).
Encontramos a lo largo del cuento otras relaciones de oposición. Sin embargo, son estas dos las que nos ayudan a comprobar nuestra idea en esta ocasión. Las otras que encontramos (saber vs poder y deber vs poder) funcionan en el texto al igual que las pasiones “extras” que describimos anteriormente, para causar tensión entre los elementos y personajes y que de esta manera quede el cuento completamente impregnado de la pasión que nos muestra Ferretis.
En suma, podemos declarar, por un lado, que Ferretis nos da a conocer el sentimiento de la pasión en su estado más puro, dejando de lado las construcciones sociales que con el tiempo se le han atribuido, como el amor, y dejándonos en claro que es más bien un poderoso arrebato que está presente en muchas de las cuestiones humanas. Esto lo podemos comprobar en el cuento por dos acciones, la platería y el sexo, que en una primera vista parecieran totalmente diferentes, pero que comparten lo esencial del sentimiento.
Por otro lado, podemos darnos cuenta, al leer el cuento, que no se terminan los temas aquí. Los personajes presentan construcciones muy específicas de su época y quedaría pendiente la revisión del texto desde la evolución de los personajes, un viejo y una joven, y el impacto que la revolución industrial en México tuvo en sus vidas, así como en la diferencia de sus perspectivas.
Bibliografía:
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Ferretis, J. (1973). Un viejo de plata. En Antología de la novela corta universal (Vol. I, págs. 267 – 275). Madrid: Selecciones del Reader’s Digest
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Perea, H. (2015). La tradicion en el cambio: raíz del cuentomexicano del siglo XX. Revista de literatura hispánica , 1 (81), Artículo 9
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