Después de toda una vida, te levantas un día con una certeza inquietante. Te quedas de pie junto a la cama, sin saber qué hacer. De golpe estás descolocado y no se trata de algo pasajero. Piensas entonces en todos los majaderos. ¿Cuántos majaderos han pasado por tu vida? Incontables. Piensas en ellos, en su arrogancia, en su necedad, en su porfía.
Después de toda una vida, te levantas un día sabiendo algo que no enseñan en las escuelas: perteneces a la especie inferior. Te habían dicho que estabas en lo alto de la pirámide y ahora resulta que ese esquema lo hizo un majadero. Te habían dicho que eras el rey/la reina de la creación y ahora resulta que solo eres una cosa: letal.
Homo sapiens. El nombre te lo puso Carlos Linneo. Hombre sabio. Vayamos al diccionario. Dicho de una persona: Que posee sabiduría. Sabiduría: Grado más alto del conocimiento. Conocimiento: Acción y efecto de conocer. Conocer: Averiguar por el ejercicio de las facultades intelectuales la naturaleza, cualidades y relaciones de las cosas.
Pues no has averiguado nada. Si lo hubieras hecho, no estarías donde estás. Encima de un montón de basura que tú mismo has levantado (con esmero de majadero). Pronto estarás debajo. Llorando. Porque llorar sí sabes. El majadero llorón. Ese eres tú.
Podrías decirme que tú no has hecho nada, que cuando naciste ya estaba todo perdido. Podrías decirme que la culpa no es tuya sino de ellos. Podrías decirme que el individuo no es la sociedad. Podrías decirme, incluso, que las cosas no están tan mal y que todo se solucionará.
Paparruchas. Lo cierto es que desde que tu especie apareció en esta Tierra maravillosa (que por supuesto no merece), no ha dejado de maltratarla en todos los sentidos. Y cuando lo analizamos desde el punto de vista adecuado, no podemos sino pensar que estamos ante unas gentes cuya conducta hay que adjetivar obligatoriamente de cruel, demente o insensata.
Pero si queremos saber hasta dónde es capaz de llegar tu especie, se hace necesario analizar su maldad, que lo mismo dirige hacia personas, animales o cosas, siendo especialmente dañina con aquellos que son de otra raza, practican diferente religión o tienen ideas opuestas.
Después de toda una vida, te levantas un día con la espalda cargada. Sabiendo que no te liberarás de ese peso mientras vivas. Tendrás que seguir tu camino, claro, y necesitarás una filosofía que te dé fuerzas. Podrías decirte, por ejemplo, que la sociedad está condenada, sí, pero que tú, como individuo, tienes una oportunidad.
La oportunidad de hacerlo bien en tu entorno. Y mira (pero mira bien): si tú y tú y tú y tú y tú y tú y tú y tú y tú y tú y tú y tú y tú y tú y tú y tú y tú y tú y tú y tú y tú y tú y tú y tú y tú y tú y tú y tú y tú y tú y tú y tú y tú y tú y tú y tú y tú y tú y tú y tú y tú… lo hacéis bien en vuestro entorno, la sociedad deja de estar condenada.
Así de fácil. Al menos para un hombre sabio. Tendrás que ir pensándolo. O haces algo o cambias de nombre. Tú decides.
¿Homo stupidus?