Edificio
Por eso aquellos albañiles me parecían querer saltar del edificio
Por la extraviada dureza en sus miradas. Sus miradas
Como ancianas solitarias sentadas en el parque
Intentando –sin lograrlo– consumirse con la tarde.
Por ese afán de columpiar las piernas en el aire
Al final de un tercer piso
Y esa intención a la altura de sus rostros
De no caer sobre el andamio.
Por eso los contemplo
Ellos no saben que en silencio ya se han ido
Que en el iris de sus gestos un navío se los lleva.
Que se han quitado los guantes
Y han depuesto sus cascos allá atrás
Junto a sus otras herramientas
Que se sientan al borde del plafón del tercer piso
Porque piensan suicidarse.
Que mancharse de pintura
Constituye su ritual de despedida. Pero no lo saben
Y lanzan el cáñamo cansado lo más lejos que se puede
Para llevarse un buen trozo del paisaje
Antes que el vértigo los ancle
Y les impida lanzarse sin temor al infinito.