No es un análisis macroeconómico ni el resultado de una encuesta, es solo una mera reflexión previo a la decisión más importante que tomaremos.
Pueden los mexicanos cambiar la situación actual de nuestro país, pueden también elegir qué políticas implementar para reducir la desigualdad económica y social. Basta con qué los mexicanos empiecen a incidir de forma organizada y activa en los espacios de participación, tan solo falta entusiasmo y responsabilidad.
El pasado domingo 17 de junio ocurrió un evento sorprendente para gran parte de los mexicanos: la Selección Mexicana de futbol ganó el primer partido contra el actual campeón, Alemania. De inmediato, la emoción se apropió de quienes apoyaron al tricolor. Desde los candidatos a la presidencia de la república hasta los mexicanos que se encontraban en sus trabajos, caminando o descansando, casi todos celebraron el triunfo.
¿Qué tan importante es este triunfo y de qué forma puede esto influenciar en el actual escenario político/electoral? Hay quienes insisten en que el opio de nuestra sociedad sigue siendo la televisión, el futbol y la religión; valdría la pena advertir que, cuando esta triada funciona al mismo tiempo, nuestra sociedad se condena a vivir esclavizada, engañada y controlada.
Sin embargo, hay otros que defienden la idea que, el futbol –como cualquier otra expresión de arte o deporte-, puede sacar lo mejor de los individuos, que incluso, puede unificar un mismo sentimiento: triunfar.
Parecería que hoy, después de la UNAM y el ejército (Parametria, 2017), será la Selección Mexicana de futbol en quienes los mexicanos depositen su confianza, porque cierto es que el actual escenario político/electoral ha hecho un poco de todo, pero no ha garantizado el deseo real de la representación.
Hay quienes cuestionan y juzgan el fanatismo pambolero de los mexicanos pero ese fanatismo visto desde el hartazgo a los spots, las campañas y la guerra sucia entre candidatos no suena tan mal, después de todo hay quienes buscan un lugar cómodo para refugiarse de este clima político/electoral que ha resultado catastrófico.
Los mexicanos fuimos testigos de que incluso, cuando el rival a vencer tiene elementos trabajados, más y mejores herramientas, nosotros tenemos la experiencia del fracaso, de las veces que se hicieron los mejores intentos pero fallamos; sin embargo, todo el fracaso acumulado solo puede servir para mejorar, cambiar y triunfar.
No es de sorprenderse que, quienes no creyeron en la posibilidad de un triunfo en el primer partido de la Selección Mexicana, sean quienes ahora más confianza tengan en la posibilidad de un quinto partido. Algo similar ocurre ahora con la sociedad, después de la alternancia en el 2000 –que para muchos fue ficticia- y después de las siguientes dos elecciones presidenciales, son ahora los mexicanos quienes entregarán toda su confianza el 01 de Julio.
Se ha dicho de forma muy constante y repetitiva que, las elecciones de este año serán históricas por la cantidad de puestos a elegir, la magnitud de la lista nominal y el aporte de las tecnologías a la contienda electoral pero, serán históricas también porque después de los escándalos, la corrupción, la mentira y el engaño, ahora serán los mexicanos quienes podrán acceder a más información y podrán emitir un voto libre, universal y secreto.
Es necesario recordar que hay quienes intentan conspirar diciendo que la fiebre del deporte puede manipular encuestas y darle la victoria a “equis” candidato. Debemos recordar que si bien, el proceso electoral ha coincidido con uno de los eventos más importantes del mundo, éste no puede revertir las condiciones actuales, fruto de la corrupción y el hartazgo social.
La transformación de nuestro país comienza con el trabajo en equipo, con la coordinación de habilidades y cualidades de cada mexicano, con la contribución a un escenario de diálogo, análisis y debate. La transformación de nuestro país no puede partir de la necesidad de dar lo que no se puede pagar, de acabar con todos los males en seis años, la transformación debe pensarse desde un panóptico de cristal.
Al igual que Osorio con la Selección Nacional, los mexicanos debemos montarnos sobre el panóptico de cristal y visualizar cuáles son las fortalezas de nuestro país, porque las debilidades están muy marcadas y son muy conocidas: pobreza, desempleo y desigualdad.
Los mexicanos somos pesimistas y críticos destructivos en potencia cuando de hablar de lo pocos éxitos se trata, creemos en el sentir de cientos de miles y quizá millones de mexicanos es erróneo, pero incluso en el peor de los pantanos de la democracia, puede existir la flor del progreso, del cambio.
Nuestro actual escenario político/electoral ha cambiado la perspectiva y la forma de ser de algunas personas, nuestros vecinos, compañeros o familia. Se puede respirar un aire de superación frustrada y de miedo a perder una elección, pero por ello es necesario el refugio en algo que nos haga sentir bien, cómodos y tranquilos, ese algo, solo por esta ocasión será el futbol.
La crítica es fuerte, que si México es un país corrupto, desigual y violento, que si nuestro país necesita más premios Nobel o que si somos doble moralistas, pero hay algo con lo que el mexicano podrá sanar esas heridas, que a pesar de todo, le ganó a Alemania, en el juego más importante de por lo menos nuestro país.
No pretendamos cuestionar y criticar a quien festeje el triunfo de la Selección Nacional, no desmeritemos su esfuerzo, pero seamos conscientes que el mayor reto de nuestra democracia será el próximo 01 de Julio y que si festejamos por el resultado que sea, también habrá quien nos cuestione por ese festejo.
Nuestro país necesita una revolución, una revolución de conocimiento, en donde los mexicanos salgan con la información y el deseo de ser representados como únicas armas, que el único ganador en esta pugna por la democracia, sea nuestro país.