Tríptico del cuerpo
I
Amanece tu paraíso abierto
y bebo de tu herida,
del pequeño abismo de luz movediza que emana de tu cuerpo.
Amanece como si en cada mano pudiera llevar la memoria de tu piel,
tu voz frutal;
como la entrega a la agonía o al vendaval de lo sentido.
Amanece.
Recurro a la tentación de todas mis voces
para darte el mejor de mis silencios
y descubrir, al fin, mi voz saliendo de tu boca.
Te eriges como puerta a una ciudad inaccesible,
a algo triste que ilumina.
Entonces camino sobre tus aguas, tomo de tu pan, bebo tu vino,
y alojado en tus misterios, me baño en tus desnudos arroyos.
Al día le han brotado alas,
de nuestros cuerpos nace la mañana.
II
Andan tus pies decorando con sus huellas la arena,
andan tus párpados agitados por la inusitada magia que pueblan tus pestañas,
alzado anda el discreto milagro de tus pechos,
tu grandilocuencia fundada en silencios,
en tu profunda mirada abisal.
Anda tu recuerdo aferrado a esta brisa,
a todo lo que en la piel es memoria.
III
El mundo es un remanso frágil
si me resguardo en tu mirada de arena,
viento y agua evanescentes.
Vengo al misterio de tus aguas,
al vaivén sin prisa en que me dejo naufragar,
a ese susurro acuoso de niña lastimada.
Vago errante
en la caída libre
hacia tus aguas.
Semblanza:
Ricardo Sigala es autor de los libros de relatos Periplos. Notas para un cuaderno de viajes y Paríaplos, además de Letra sur. Ejercicios de periodismo cultural.