Hoy día están de moda las reseñas. Amables. Superficiales. Sinópticas. Hasta yo he escrito alguna. Publicidad. Hablar bien de un libro para que se venda. Aunque la triste realidad es que siempre se venden los mismos (autores). Ahí arriba, en la sala de mandos del mundillo editorial, los marionetistas deciden qué libros vais a comprar. Y vosotros los compráis. Los grandes editores os dicen que los compréis y vosotros los compráis. Y por eso Después de Rita no es un superventas. Porque no forma parte del programa. Porque es un título publicado por una pequeña editorial. Porque a efectos prácticos casi no existe.
Y por eso hoy vamos a hablar de él. Para que exista un poco más. Y hablaremos de él con el autor, con Mariano Veloy. En el último lustro habré leído alrededor de doscientas obras y Después de Rita sigue estando entre las diez mejores. Sutil, intensa, definitiva. La pequeña gran novela (pequeña por fuera [100 páginas] y grande por dentro [casi infinita]).
Y ahora las siete (7) preguntas:
PL: ¿Qué siente el autor de una obra maestra que ha pasado desapercibida?
MV: Una vez mi amigo Jordi Jardí vio a Leo Messi en la playa de Castelldefels. ¿Y qué hacía ese Oliver Atom del mundo real? Nada. Se miraba los pies, casi atónito. Como si él no tuviera nada que ver con la acción de sus extremidades inferiores… ¿Ah? ¡Lo preguntabas por mí! Gracias a Dios, yo me siento muy unido a mis pies.
PL: ¿Consideras que Después de Rita se ha adelantado a su tiempo, que es Literatura del siglo XXII?
MV: A mí me gusta pensar que mis libros son puntuales. De hecho, los he escrito en el siglo XXI, y se han publicado en el siglo XXI. ¡Incluso se han leído en el siglo XXI! Si esto no es puntualidad…
PL: ¿Podrás superarte, habrá un Veloy genial Después de Rita o has tocado techo?
MV: Ahora estoy trabajando en un libro de cuentos. Con un poco de suerte, se titulará Deseo de ser Johan Cruyff; y con mucha suerte, llegaré a terminarlo. De momento, no he notado que me chocara con el techo. O sea que o bien no tengo techo, o bien estoy por debajo de él… Qué angustia, ¿no?
PL: ¿Eres consciente del valor literario de tu novela?
MV: Me acuerdo de una cita de Dalí. “Cada mañana, cuando me levanto, experimento una exquisita alegría, la alegría de ser Salvador Dalí, y me pregunto entusiasmado: ¿qué cosas maravillosas logrará hoy este Salvador Dalí?” Cuando me miro al espejo cada mañana, yo me pregunto lo mismo. “¿Qué cosas maravillosas logró ese Salvador Dalí?”
PL: ¿Después de Rita fue rechazada por alguna editorial?
MV: No. Se la mandé a Jorge Salvador Galindo y, como el manuscrito iba acompañado por una cola de lagarto, accedió a publicarlo. Lo recomiendo a todos los escritores que empiezan. Acompañad vuestros manuscritos con una cola de lagarto: los editores aprecian este tipo de detalles.
PL: Si tuviéramos que etiquetar el estilo de esta novela, ¿podríamos hablar de esteticismo trascendente?
MV: Yo nunca visto de etiqueta. Aunque en mi armario tengo siete corbatas, lo cierto es que nunca me las pongo. El sábado asistí a la boda de mi prima y todo el mundo me miraba con cara rara. Al verme en el espejo del baño, entendí por qué. Sin darme cuenta, me había anudado al cuello no la corbata, sino un calcetín. Mi inconsciente se había negado a vestir de etiqueta…
PL: Y para finalizar, si (yo) fuera Nino (protagonista de la historia), te preguntaría: ¿eres el Gran Autor o podrías serlo si te dejaran?
MV: Si tuviera que escoger a un Gran Autor, escogería, por ejemplo, a William Faulkner. Si tuviera que escoger a un Gran Autor vivo, escogería, digamos, a William Vollman. Si tuviera que escoger a un Gran Autor vivo en castellano, escogería, no sé, a Rodrigo Fresán. Si tuviera que escoger a un Gran Autor vivo en castellano de Barcelona, escogería a, sin duda, Enrique Vila-Matas. Si tuviera que escoger a un Gran Autor vivo en castellano de Barcelona de mi generación… ¡Qué diablos! ¡Me escogería a mí!