“No quiero que se
desvanezcan en la memoria.
Vuelen mujeres en el tiempo.
Que sus voces se oigan.”
Xánath Caraza
Una gran lágrima roja ensucia las nubes blancas y mancha el azul del cielo. El paisaje de México se ha transformado porque llora a sus hijas brutalmente asesinadas mientras su tierra absorbe toda la sangre. De pronto, lo que, en las últimas décadas del Siglo XX, impactó nuestro panorama y nos incluyó dentro de lo que parecía una de las más cruentas películas de terror nunca antes visto, la realidad nos alcanzó, nos rodeó, estamos cercadas, envueltas en una espiral de violencia que parece no tener fin, al menos, no pronto. Sí, aunque sea difícil de aceptar, es real: en el México del Siglo XXI son secuestradas, torturadas, vejadas, desaparecidas y asesinadas sus mujeres. ¿La razón? El simple hecho de ser mujeres.
México se define por sus hechos. Nuestro presente está grabado en la historia con violencia. El dolor por lo las muertas de Juárez, por lo ocurrido en Ayotzinapa, por las fosas clandestinas en Veracruz, por ejemplo, es un dolor que trasciende fronteras e idiomas. ¿Dónde están los 43?, ¿dónde están las mujeres que desaparecen, diariamente, en nuestro país?, ¿por qué siguen apareciendo muertas en el desierto de Chihuahua?, ¿hasta cuándo? El silencio que recibimos como respuesta es brutal. Es una herida más que continúa sangrando, formando un río con varios cauces. Vivimos en, con, entre la violencia. Todos los días suceden hechos terribles que nos salpican estupor, dolor, angustia y desamparo. En Veracruz, a pesar de que respiramos esta violencia cotidiana, no nos acostumbramos. Desgarro, eso es lo que sentimos, todos los días cuando miramos el infierno tan cerca.
Ante esta terrible realidad que nos abofetea diariamente, la poeta xalapeña, Xánath Caraza no pudo guardar silencio; comprometida como está con su tierra, la autora apuesta por la memoria. Caraza presta su voz a todas estas mujeres inmoladas, transforma sus versos en gritos que estallan la garganta y que intenta cubrir con su rebozo rojo poético. Es, a través de su nuevo libro Lágrima Roja, publicado por la editorial española Nazarí, que plasma toda esta vertiente de dolor. Días difíciles para México. Cuando parece que nada nos puede salvar de la violencia y la inseguridad que padecemos a diario, la poesía se convierte en la manera de poder expresarnos, apropiándonos de las palabras, seguimos manteniendo ese lazo humano. Xánath Caraza, con su escritura, se ha convertido en nuestra voz.
Asimismo, si bien, plasma algunas de las terribles circunstancias en las que está sumergido el país que la vio nacer, Caraza mira más allá, mira a la humanidad entera. Desde la premisa, todo lo que pasa en el resto del mundo, tiene que ver conmigo y nos ocurren a todos, Xánath nos habla desde lo que ocurre en Xalapa, México, así como en Orlando, USA, en Siria, en Japón con Fukushima; las preocupaciones son muchas y, como dijo Thomas Carlyle, “puede decirse que el grito de la historia nace con nosotros y que es uno de nuestros dones más importantes. En cierto sentido somos históricos todos los hombres.”
Por si fuera poco alzar la voz, con indignación y aflicción, ante el abrojo que representan estos terroríficos hechos que hieren nuestras vidas, Xánath Caraza se solidariza y se hermana con las víctimas, con sus familias, con las causas y, por supuesto, con todos nosotros que nos hemos convertido sin querer, irremediablemente, en testigos de esta violencia cotidiana.
Xánath, a través de sus versos, señala la herida pero también ofrece la cura de la palabra, el alivio de saber que la memoria perpetuará los recuerdos, la esperanza de saber que el agua limpia, purifica y sana. Lágrima roja es un grito que dice “¡basta, esto tiene que parar!”, es también, el poemario que nos acoge, a todos, como hermanos, que nos ofrece un testimonio abrasador sobre cómo nos sentimos en este momento histórico, sobre nuestra herida, sobre la lágrima roja que cada uno de nosotros ha derramado, más de una vez, una lágrima de sangre, por tanta vida que nos ha sido arrebatada.
“Canta, justicia divina,
manifiéstate entre nosotros,
salva a tus hijas.
Allá, acá,
cerca y lejos,
dentro y fuera es
donde te necesitamos.
No más muertes de mujeres inocentes.
No más muerte de gente con hambre.
No más niños huyendo de la muerte.
No más mujeres desaparecidas.
No más padres tragados por la oscuridad”.
Xánath Caraza