Se acerca el período vacacional para muchos, sobre todo niños y adolescentes que cursan su educación básica. Se estima que son alrededor de 28 millones de alumnos que dejaran la escuela por un mes aproximadamente.
Algo interesante ante este tiempo de receso académico podrían ser las siguientes cuestiones: ¿qué son exactamente las vacaciones, para qué son y qué sentido adquieren?
Etimológicamente, la palabra vacación proviene del latín vacatio, que significa dispensa de trabajo o de una obligación. Así mismo, la palabra tiene su origen en la raíz vacar, que tiene que ver con vacante, es decir, dejar una actividad o un tiempo de trabajo.
Queda claro que, vacación o vacacionar representa un lapso determinado de tiempo en el cual el sujeto deja sus actividades laborales o académicas para dedicarse a otra u otras actividades, las cuales están relacionadas en su mayoría con el ocio.
Este último concepto tiene su rastro en la antigua Grecia, donde se idealizaba el estado de ocio para la contemplación de la sabiduría. La skholé no era un simple no hacer nada, sino su antítesis: un estado de paz y de contemplación creadora en que se sumía el espíritu (Munné, Psicosociología del tiempo libre, 1980: 40).
De lo anterior, se supone que para lograr un estado de sabiduría y paz en el sujeto se requiere de un tiempo de ocio, o lo que es igual, un tiempo libre de trabajo u obligaciones cotidianas.
Psicológicamente, se entiende al tiempo libre generado por las vacaciones como un tiempo de libertad donde se obra al gusto completo de la persona, donde se hace lo que se quiere.
En ese tiempo de no trabajo, el sujeto se serviría del mismo para obtener además una suerte de recuperación física y psíquica, lo cual es necesario para luego poder continuar con la cotidiana obligación de trabajar.
De acuerdo a estudios psicosociológicos (Mc Phail, 2006; Dumazedier, 1950), la función del tiempo libre o también llamado tiempo de ocio, representa una liberación y un pacer en primera instancia, pero en un segundo plano, se identifican tres categorías.
Las categorías desprendidas de los estudios se resumen en: descanso, diversión y el desarrollo de la personalidad. Este tercer concepto expone algo importante que es atendido por diversos psicólogos del ámbito social.
La tesis de que el tiempo libre y sus efectos tendría una amplia resonancia en los procesos psicológicos del sujeto; en otras palabras, ante un período adecuado de tiempo libre, el sujeto se encuentra en una posición de desarrollar aspectos de su personalidad que de otra manera no serían posibles.
Incluso se puede interpretar que si no existe el tiempo de ocio para la persona, existe el riesgo consiguiente de un detenimiento en su desarrollo personal, lo cual tiene amplia consideración con lo que Freud explicaba acerca del Malestar cultural (1930).
Un malestar constitutivo a raíz de la contradicción de intereses entre la vida pulsional del sujeto y la vida social con sus leyes y normas. Y es precisamente en ese conflicto donde se ubica el punto nodal de nuestra discusión.
Puesto que si tomamos en cuenta el efecto normal del conflicto señalado –neurosis individual y social-, resulta más que necesario de un tiempo para la recuperación del sujeto, es decir, un tiempo de descanso que convenga a las energías gastadas en la lucha psíquica y física de la persona durante los tiempos de trabajo y obligación.
El mismo Erich Fromm (Psicoanálisis de la sociedad contemporánea, 1955), propone dos conceptos alrededor del desarrollo de la persona, defecto y neurosis. Ambos son el resultado del no cumplimiento de la libertad, la espontaneidad y autenticidad.
Y que además pueden considerarse en un amplio espectro poblacional, como bien puede ser una sociedad entera.
Así, valdría la pena transcribir lo que Munné (1980) formula al respecto de todo lo anterior:
…el ocio protege del desgaste y del trastorno físico o nervioso provocado por las tensiones derivadas de las obligaciones cotidianas, y en particular del trabajo (p. 85).
Mirar al ocio en ese sentido, como un liberador del aburrimiento, de la monotonía y de las posibles alienaciones del sujeto contemporáneo, representa un interesante discurso a considerar.
Estamos hablando de que el tiempo libre que comprende el período vacacional funciona como factor de equilibrio, como un medio esencial de soporte para la propia vida en sociedad y evitar o alejarse en lo posible de la enfermedad; en suma, como un tiempo de recuperación para el sujeto.
Sólo restaría cuestionarnos acerca del real uso que se da a las vacaciones, ¿si en efecto están en la dirección que planteaban los griegos con su skholé, o en su defecto, se tendría ese tiempo de descanso para conminar en mayor medida, formas alienantes que degradan aún más la vida del sujeto?