Si Luis Arias Argüelles-Meres no concibe una Literatura sin Unamuno, Ortega, Azaña y tantos otros, yo no concibo una Literatura sin el ensayo que nos ocupa. Es como si hubiera llenado un hueco que por días se iba haciendo más y más grande.
La reinvención del Quijote es un ensayo literario. Político. Social. Pertinente. Resulta complicado entender el presente sin conocer el pasado y este ensayo resume lo que fuimos, lo que somos y lo que podríamos llegar a ser.
Fluido. Preciso. Acertado. Tres adjetivos para definir lo que he sentido al leerlo. Añadamos tres más: ingenioso, rotundo, didáctico. Y ahora: extraigamos fragmentos: tentemos al lector.
Empezamos con el que más me concierne: “Si Machado dejó escrito que ʽtambién la verdad se inventaʼ, no es menos cierto que el crítico no debe sentirse incapacitado para la invención de la invención”.
Inventemos, pues. O mejor: reinventemos. Los pensadores del 98 y del 14 reinventaron el Quijote buscando un norte. Una pauta para luchar contra el “poder caciquil”. Buscando fuerzas para rescatar a la España pobre e inculta.
Un poder caciquil que ―curiosamente― sigue sobre nosotros. No parece que el panorama político haya cambiado, lo cual es desesperanzador. Es como si el poder político llevara la corrupción en sus genes.
“Así como el libertino hace de la noche día y del día noche, el abogadismo, que es el peor linaje de la inteligencia, tiene por oficio trocar los naturales términos de las acciones, haciendo las injustas parecer justas y las justas, injustas”.
Es revelador que: siempre haya habido tantos abogados en el gobierno. Es revelador que: Cervantes “pusiera en paréntesis la sociedad de su tiempo, y se organizara para él otra más razonable, cuya estancia más frecuente situó bajo el cielo abierto que el sol y las estrellas esclarecen”.
“El Quijote como rebeldía ante una sociedad inaceptable”.
El liberalismo de la Generación de 1914.
El liberalismo de Cervantes.
“El mundo cervantino-quijotil nació bajo el signo de la libertad”. Bajo “el yo renacentista, el individualismo que es el amanecer de la modernidad”. “El Quijote existe gracias a la actitud minoritaria, anti-vulgo, adoptada por su autor”.
Repasando este magnífico ensayo, me identifico con Ortega cuando dice que una de las maneras más certeras de conocer los entresijos de un pueblo, de una nación, es acudir a sus obras literarias cumbres.
Triste resulta entonces pensar que “Cervantes sentía en su ánimo la grandeza de sus creaciones literarias y la angustia de que, según decía don Diego, el porvenir iba a estar en las manos y en las mentes de abogados y teólogos”.
Este libro contiene párrafos extraordinarios. Luis Arias Argüelles-Meres lleva a cabo un trabajo titánico y consigue lo pretendido: que La reinvención del Quijote y la forja de la Segunda República resulte más ameno que muchas novelas.
Este libro contiene reflexiones sobre los escritores del 98 y del 14 en relación con el Pueblo, la política y ellos mismos. Unos personajes que podían haber hecho suya la proclama de Renan: “En unos tiempos como los nuestros, para tener la conciencia tranquila, uno debe poder decirse que no ha rehuido sistemáticamente la vida pública y que tampoco la ha buscado”.
“Y, sin embargo, quijotescos. Hamletianos de talante. Y quijotescos en las expectativas que pusieron en su tiempo y en su país. El desasosiego que les tuvo que causar esto que digo estremece”.
“Y, sin embargo, quijotescos. Reinvención del Quijote en los libros. Creación de la gran utopía española de la historia contemporánea como obra política. Lamentablemente, “España siguió siendo pobre e inculta e intolerante en el ocaso de sus vidas. Su sueño fue quimérico y parió monstruos. Se volvió pesadilla”.
“Desde un optimismo basado en el rigor que podían traer la ciencia, el progreso y la cultura, se llegó a contemplar cómo todo aquello quedaba en quimera y lo que prevalecían eran las masas ciegas que, lejos de emanciparse, obedecían los designios del horror y la violencia”.
Yo también quiero dar, aprovechando la oportunidad que me brinda esta crítica, mi opinión sobre el Quijote, que para mí es más universal que español: la utopía universal: combatir el caos mediante el idealismo, pues como había sentenciado y profetizado Goya: “El sueño de la razón engendra monstruos”.
Entiendo que hoy seguimos en la misma situación. En esencia, nada ha cambiado desde Cervantes. Y la política actual se parece demasiado a la de hace cien años. De ahí la trascendencia de este ensayo.
Un ensayo honesto.
Un ensayo fundamental.
Un ensayo preñado de ensayos.