Puesto que el sentimiento original y primario del hombre es el miedo, por el miedo se explican todos los pecados y virtudes originales. Del miedo ha nacido también mi virtud; la ciencia.
– Nietzsche
El viernes pasado, asistí a un evento religioso al aire libre. Me pareció muy interesante ir, analizar desde un punto de vista analítico la función de la religión en la vida social actual.
Debo comentar primeramente que gran parte de la familia y de mi esposa es cristiana, y que parte de la mía también profesa la misma fe. En mí en caso, me considero agnóstico: tengo una lucha férrea contra las verdades absolutas; sea este el teísmo como el ateísmo, una lucha contra los extremos de las ideologías, me interesa más la analogía que la disimilitud.
En un pasado muy próximo era yo un ferviente creyente. Me encantaba hablar de la inmensa sabiduría de un creador, era maravilloso sentirse parte de un plan divino, tal vez imaginario, pero maravilloso al final y al cabo. Me encantaba hablar de la misericordia, del perdón, del amor, de que al final de cuentas todas nuestras acciones son vistas por un padre amoroso y omnisciente.
De hecho estudié teología: profundicé acerca mi lectura bíblica, estudié las teorías de los teólogos famosos, las distintas corrientes y la profunda complejidad que envuelve a las tradiciones eclesiásticas hasta el día de hoy.
Tiempo después, tuve una revelación; si existe la misericordia también está la justicia; si existe el amor, está el aborrecimiento; si existe el perdón, también está guardado el rencor. Esto me hizo que me diera cuenta de que Dios, simplemente son nuestras aciertos y faltas cargados en una substancia que no conocemos, o tal vez no exista.
Pero volviendo a la crónica del evento, nos dice Fernando Pessoa en el poema, “El guardador de rebaños”, que el único misterio es que haya alguien que piense en el misterio.
Pequeña frase que nos podría a ayudar a desenvolver un poco el misterio de Dios. Tal vez no sea tanta la existencia o la inexistencia de un ser superior, sino la idea misma del creencia la que deberíamos cuestionar.
Ver a toda la gente en aquella plaza pública, platicando y comentando cómo había pasado su día de trabajo, gente vendiendo dulces y confituras, me hace pensar que no sea la adoración sino la comunión la que hace que las personas se unan. Recuerdo que me sentía parte de algo, de un plan más grande y que excede. Pensar que las personas que están alrededor de mí, caminan juntos en la misma dirección, la seguridad de estar en un rebaño, es una comodidad a la cual te acostumbras y que se vuelve esperanzadora.
Me sorprendió ver al grupo de “alabanza”, todos jóvenes y sin ninguna preparación teológica, simplemente tocando y uniéndose en un sentimentalismo comunal, el cual ellos querían que se percibiera como una unidad de adoración.
Simplemente para mí, parecían un grupo de rock-pop con letras con diferente objeto de amor. Dios me parece algo que no va a desaparecer; la gente necesita amar, necesita pensar que existe un ideal, que está un bien y que existe un mal. La gente necesita pensar que existe la razón, que existe el sentido, que sus acciones deben ser recompensadas. Tal vez, la existencia no sea necesaria sino su idea misma, para poder comprendernos a nosotros. Tal vez seamos dioses escondidos en nuestras manos y carne, tal vez no seamos nada.